Como quiera que, ahora, Real Madrid y F.C. Barcelona están inmersos (no por voluntad propia) en debates «fantasma», no vamos a ser nosotros menos y nos unimos a esta reunión de «tupperware» que se han sacado de la manga la mayoría de diarios deportivos del «país». Por un lado, los impacientes «blancoaforados» que se preguntan dónde está la «excelencia» en el juego que pregonaba Ancelotti. Del otro, los que estaban deseando atizarle a un entrenador elegido, según las malas lenguas, por Messi. Pero esto es otra historia de la que, algún día, hablaremos. O no.
En el sistema de juego del primero no me voy a detener mucho tiempo puesto que, como en su momento comenté, es un entrenador que no se aferra a éste o aquél, sino que, en función de los jugadores (primero) y del rival (después) planea un ataque de brega y toque, o una carga de caballería. ¡Y qué caballería tiene este año con la llegada del galés del mentón polivalente! Las dos balas más rápidas que existen en el fútbol actual, lo que, en muchísimos partidos, sí condicionará su juego. Pero vayan teniendo claro señoras y caballeros, que el Real Madrid de un partido puede no parecerse en absoluto al siguiente. Algo de lo que estoy seguro también adolecerá su eterno rival.
El «problema» para el de Reggiolo es decidir qué hacer con Isco. Carlo es un tío inteligente, y lo tiene claro: «libertad» es lo que necesita para seguir encandilando al aficionado a este deporte. Excelencia no parece derivarse del juego pero, al menos, como dijo un iluminado hace unos años, brotes verdes se ven. Es decir, que el Real Madrid ha vuelto (llamadme loco y lapidadme si os place) a la era «Vicente Del Bosque«, donde no importaba tanto el once tipo como el «cómo van a jugar hoy contra quiénes«. Esos tiempos trajeron títulos, veamos qué pasa este año.
Sobre el «debate» del 9, de Benzema, no voy a volver a entrar. Ya sabéis qué opino al respecto.
Vayamos a la Ciudad Condal. Allí, se ha disfrutado (unos más que otros) de un equipo que jugaba (y sigue) al denominado «tiki taka«. Ahora, y a pesar de ir líderes, se está empezando a cuestionar al Tata Martino por el «cambio» en el estilo de juego. Donde siempre se ha «vendido» que éste era la seña de identidad del Club, ahora, y a pesar de tener unos resultados más que óptimos, se está elevando la presión arterial de más de un extremista por alguna que otra diferencia en el juego y unas rotaciones carentes de sentido para los que derrochan tinta en los diarios deportivos de mayor tirada.
Este aficionado que teclea, era de los que clamaban por un «plan B» en ese Barça de toque hasta aburrir a BeetleJuice. Antes de la debacle contra el Chelsea y contra el Bayern, taladraba tímpanos de seguidores acérrimos de ese estilo exigiendo dicha alternativa, un delantero centro, o un simple «todos a la olla y centra balones«. Por supuesto, no iba a ser yo el visionario del fútbol moderno. Pero ahora, a ésos que se le acaban los temas y, sobre todo, las hojas que tiran al jardín del vecino Flanders, y una vez olvidado el «tema central» (volverá en breve), le dan al «on» con otro sensacionalismo: posesión de balón. Ésos que, al igual que tantos otros, mordían la yugular de Pep o Tito pidiendo a gritos una alternativa con la que superar rivales. Ésos que, ahora, Tata los deja bien sentaditos con la frase ya retumbada hasta la saciedad: «Si no eres holandés o de la casa…«. O con ésta otra, que me ha gustado más y que, para mi, resume a la perfección el ideario que maneja el de Rosario: «Quiero que los centrocampistas disfruten, no que sufran». En otras palabras, y entre líneas y morcillas criollas, lo que yo leo es: como sigamos jugando al mismo estilo, con presión arriba, estamos fundidos en abril (algo que ya hemos visto). Sin olvidar las tres palabras tatuadas en todo cerebro de futbolista: AÑO DE MUNDIAL.
Era un equipo al que le hacían muy pocas ocasiones porque su único (no fácil) secreto era presionar y robar arriba, con lo que a la defensa rival, casi siempre, se la pillaba en paños menores y la suya casi ni corría. Pero eso ha cambiado. Y por ello, somos testigos directos de las virtudes de un Valdés por el que ahora se rasgan las nalgas al no darle el trato debido. El propio Piqué también lo ha dejado claro: «Somos el único club que ganamos 0-4 y se discute la posesión. Todo vale. El pase corto y el largo. Martino nos quiere inculcar alternativas.» Razón a borbotones. Plan B activo, alternativas, eficacia, adaptabilidad al medio.
Habrá partidos en que ambos equipos deban plegarse a decenas de circunstancias, ninguna de ellas ajenas al mundo del esférico, es evidente. Solo que, hoy día, podemos disfrutar de dos entrenadores que, a la par de hablar claro, no tienen un «libreto» cerrado y encorsetado con pelo de yak.
La otra noche, un buen ejemplo para cerrar este debate de hormigón cerebral. Lástima que, la siguiente mañana, ya había otro #TT en la prensa: «El gesto de Messi al Tata«. Apañados estamos amig@s. No sé vosotros, pero aquí, nos gusta hablar de FÚTBOL.
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