Un punto de muchos y pequeños detalles

Dani Navedo - Partido con sabor a Champions el vivido ayer en el Sánchez Pizjuán. Sevilla y Deportivo se medían con la intención de dar un paso al frente en la lucha por las plazas europeas, sobretodo tras el pinchazo de Mallorca y Athletic de Bilbao en los partidos previos este mismo sábado, pero ninguno de los dos consiguió llevarse el triunfo y el 1-1 deja tanto los puestos que dan acceso a la máxima competición europea como los de Europa League completamente abiertos.

El encuentro comenzó a decidirse desde los banquillos. El planteamiento de Miguel Ángel Lotina fue el acertado y, tras hablarse entre semana de un más que posible 1-4-3-3 de inicio, se decantó por una especie de 1-4-1-2-2-1 (medio campo formado por Antonio Tomás; Guardado, Juan Rodríguez; Valerón y Juan Domínguez) que en fase defensiva conseguía tapar tanto las entradas por el centro como las llegadas por banda. La premisa estaba clara: cortar el medio campo del equipo local. Adrián, Valerón y Juan Domínguez era los primeros escollos a superar si el Sevilla quería jugar por el centro y contactar con Negredo era imposible, ya que Antonio Tomás estaba muy pendiente de él, mientras que Kanouté ya no sabía donde meterse con tal de tocar un balón. Esto obligaba a los Jiménez a buscar los extremos, donde se encontraban una y otra vez con las ayudas de Guardado y Juan Rodríguez, teniendo que recurrir al centro desde larga distancia, algo poco eficaz pese a la estatura de los delanteros hispalenses, pues Lopo y Colotto también son dos grandes cabeceadores.

El Sevilla no era capaz de llegar con claridad a la meta del Dépor, pero tampoco los visitantes se estiraban demasiado. La incursión en el once de Valerón solo se explica con la necesidad de alguien que dominase el tiempo del partido y supiese mantener el balón los segundos necesarios para que los extremos pudiesen pasar de fase defensiva a ofensiva, pero el «Mago de Arguineguín» estaba teniendo muchos problemas a la hora retener el esférico por la dura presión que enseguida ejercía Zokora sobre él y tenía que recurrir en numerosas ocasiones al pase rápido sobre Adrián para no perder el cuero en una parcela peligrosa. Llegaría el tanto del Sevilla en una jugada a balón parado en la que Fazio encuentra un espacio para cabecear lejos del alcance de Aranzubía, pero tres minutos después, Domínguez se revuelve y se la da a Valerón, este abre fácil a la banda para la subida de Guardado y el mexicano mete el balón perfecto para la llegada desde atrás de Adrián. 1-1 en el electrónico y la sensación de que el Sevilla había desaprovechado el tanto de la victoria.

Al borde del descanso, llegaría la jugada polémica de la noche. Navas se encontró mano a mano con el portero deportivista que, fuera del área, despeja con una parte desconocida entre el hombro y el brazo. Difícil ponerse de acuerdo tras ver la repetición tres veces e imposible para el colegiado pitar algo a semejante velocidad. Ante la duda, dejar seguir. Dani Aranzubía diría al finalizar el choque que le había dado con el hombro, aunque no parecía muy convencido de sus propias palabras. Con todo esto, se llegaba al descanso y el Pizjuán era un clamor en contra de Álvarez Izquierdo, quien estaba manejando de forma correcta un choque realmente intenso.

Tras el descanso, empezaban a moverse en la banda los primeros cambios. Jiménez movería la primera pieza cambiando al desaparecido en combate Negredo por Luis Fabiano. Pitos para el primero y aplausos para el segundo, quien además de aportar dinamismo a la delantera de su equipo, mandaría un cabezazo a la madera. Pese a ello, el Dépor seguía bien plantado, pero era tal el esfuerzo por defender, que se había olvidado de asustar de vez en cuando a los locales. Como en casi todos los partidos, saldría Capel sobre el minuto sesenta y tendríamos que esperar hasta el setenta para ver la primera sustitución del Dépor. Todo apuntaba hacia un Valerón cansado, pero Antonio Tomás hizo el gesto de «no puedo más» al banquillo y se tuvo que retirar tocado. En su lugar entraría Pablo Álvarez al que acompañaría poco más tarde Lassad, esta vez si, por Juan Carlos Valerón. Mezcla extraña entre el 1-4-3-2-1 durante unos minutos para acabar completando un 1-4-3-3 en el minuto ochenta y cinco con la entrada de Bodipo por Guardado.

Mucha confianza tiene Miguel Ángel Lotina en sus futbolistas. El técnico deportivista cambió en los últimos instantes a un esquema que había estado practicando a lo largo de de toda la semana y el cual había afirmado en rueda de prensa que trataría de amoldar a su equipo. No era el momento de las pruebas y quedó demostrado. El Dépor perdió el equilibrio y la simetría, tal y como había pasado en el 0-3 que el Sevilla le endosó en Copa del Rey a los blanquiazules por una táctica equivocada de los entonces locales, y el Sevilla llegó con más peligro que en el resto del partido. No parecía estar claro quien debía ayudar a quien o donde debía defender cada uno y los laterales del Deportivo sufrieron por primera vez en el partido. En ataque, supuesto objetivo del cambio de esquema, nada de nada. El trío Lassad-Bodipo-Adrián no logró trenzar una sola jugada en los pocos minutos que estuvo en juego, ni siquiera conseguían sacar una contra peligrosa. Afortunadamente para los de Lotina, el empate no se movería del marcador y se llevan un punto de vuelta a Riazor.

En definitiva, un partido decidido por muchos y pequeños detalles. El primer punto, se lo llevó Lotina con el acertado planteamiento que ahogó todos los peligros de los locales; el segundo fue para los hispalenses, por su gran tanto de cabeza a balón parado; el tercer detalle importante fue Adrián, por su tanto, por su trabajo constante y por sus tremendas jugadas tanto individuales como colectivas; mientras que el último detalle, jugó en favor de Jiménez y sus acertadas sustituciones, con la ayuda inestimable del fallido cambio de sistema de Miguel Ángel Lotina. Resultado final, empate técnico y reparto de puntos.