Holanda – Brasil: sin magia

Dani Navedo - Dos días de descanso y ya estamos deseando que vuelva de nuevo el fútbol, aunque ello conlleve el regreso de las vuvuzelas. En Sudáfrica, tan solo las ocho mejores selecciones del mundo, entre las que no estarán ni los veteranos italianos, ni el circo francés, ni la locura inglesa, ni el equipo de cristiano; unos por méritos propios y otros por los del rival. Se presentan así unos cuartos de final muy interesantes, a sabiendas de que en las semis nos encontraremos al menos una sorpresa, la que saldrá del Uruguay – Ghana.

Pero el partido más interesante del día de hoy, es sin lugar a dudas el de dos selecciones que partían como favoritas al cetro intercontinental. Holanda – Brasil: Dos equipos muy parecidos en ataque, Brasil superior en defensa. Pura dinamita cuando combinan los talentosos jugadores ofensivos con dos hombres fundamentales a la hora de cambiar el ritmo. La monotonía de los pases seguros y faltos de verticalidad se rompe gracias a Robben en el bando orange y Robinho en la canarinha, dos futbolistas capaces de desequilibrar un choque en cualquier momento con o sin ayuda de sus compañeros.

Ambas selecciones parecen ir un par de marchas por debajo de su auténtico potencial, aunque no sabemos si es que no quieren acelerar demasiado o si simplemente no dan para más. La clave del favoritismo que actualmente se le da a Brasil está en esa defensa inexpugnable que ha mostrado hasta el momento. Todos trabajan en defensa, puro reflejo de lo que Dunga ha sido de jugador y de lo que ha querido transmitir a sus jugadores durante los últimos años. Las ayudas constantes evitan que los rivales más peligrosos afronten un mano a mano, siempre hay alguien detrás «por si falla el primero».

Un Holanda – Brasil siempre ha sido a lo largo de la historia uno de los choque más bonitos que se pueden presenciar, pero la naranja mecánica, que de mecánica no tenía nada, y la samba brasileña, han desaparecido. En la actualidad está prohibido divertirse jugando, lo único que lleva a la felicidad es la victoria, aunque para ello haya que renunciar a las gambetas y buscar siempre el pase más seguro. De vez en cuando el talento de estos magníficos jugadores, florece para dejarnos una maravilla en forma de toque sutil, reflejo de su talento, pero que a nadie le quepa la menor duda de que, si hoy vemos un partido bonito, ambos técnicos estarán muy enfadados cuando todo termine.