La última voluntad del Jabulani

Pepe Sarria – Un mundial siempre deja recuerdos para la historia. En el de Sudáfrica hemos vivido momentos históricos y los que voy a recopilar en las próximas líneas son algunos de los que quedaron en mi retina, quizás a vosotros os resulte más especial algún otro.

No se me olvidará el gol de Tshabalala en el partido inaugural, zurdazo a la escuadra y uno de los mejores tantos del campeonato, como tampoco otros momentos culminantes en la primera fase como el gol de Donovan a Argelia con el tiempo cumplido o la desesperación de Radomir Antic y todo el banquillo serbio reclamando inútilmente en el descuento contra Australia el penalty que les podía clasificar para octavos de final. Aunque si hablamos de partidos emocionantes en esa primera fase yo me quedo con el Italia-Eslovaquia, montaña rusa de la que acabó descarrilando la Azzurra.

Ya entrando en las rondas finales creo que los dos partidos que serán más recordados con el paso del tiempo serán la semifinal España-Alemania y el cruce de cuartos Uruguay-Ghana, el primero porque los dos mejores equipos del campeonato lucharon a tope por un puesto en la final y el segundo por su emoción y su cruel e imprevisible final. Uruguay y Ghana fueron posiblemente las dos sorpresas más agradables, de los primeros se esperaba poco pero Forlán y Suárez, apoyados en un Arévalo Ríos inmenso, metieron a su selección entre las cuatro primeras. De Ghana aprendimos que una selección africana también puede poner sus armas al servicio de la táctica, Ayew y Gyan fueron seguramente los más destacados de las Estrellas Negras.

Por supuesto, recordaré los numerosos fallos de los porteros (Green y Julio César sobre todo), unas veces achacables a los nervios y otras a ese curioso balón, sin duda Sudáfrica y Jabulani irán siempre unidos, junto con las irritantes vuvuzelas. Algún error arbitral quedará también para la historia, como el gol fantasma de Lampard o el de Tévez contra México. Curiosidades como que dos hermanos (Boateng) jugaran para selecciones diferentes e incluso se enfrentasen o que tres hermanos lo hiciesen para una misma selección (los hermanos Palacios en Honduras) quedarán igualmente en los anales.

Recordaré la mejoría de los asiáticos, concretamente la de Japón y Corea del Sur, destacando el gran partido protagonizado por Honda ante Dinamarca. Y, sin duda, a la máquina alemana, que mostró que la calidad técnica también tiene cabida en un fútbol tradicionalmente más basado en la potencia y en el físico. Sus repasos a Australia y a dos favoritas al título como Argentina e Inglaterra no fueron casuales y marcan un camino que augura grandes éxitos en los próximos años. Los Khedira, Muller, Schweinsteiger y compañía dejaron bien claro que Michael Ballack debería ser pasado en esta selección.

De Holanda, pese a ser finalista, tengo que decir que me llevo dos recuerdos y lamento decir que ninguno de ellos será su fútbol. El primero son las desmedidas patadas que repartieron en una final en la que asumieron demasiado pronto su inferioridad y el segundo… pues que Kuyt se pronuncia Kaut. Muy triste, de Holanda yo siempre recuerdo otras cosas.

Y como no puede ser de otra forma, recordaré que este fue el primer mundial que ganó España, el equipo de los pequeños, el del toque, el que ataca y defiende con balón, el que supo tener paciencia contra equipos durísimos, el que barrió al gigante alemán y el que en el minuto 117 de la final y gracias a ese futbolista que nunca se hace notar pero siempre está nos hizo tocar el cielo. Y es que de verdad creo que la última voluntad del Jabulani fue que ganase el mundial el equipo que mejor lo había tratado y que ese decisivo gol lo tenía que marcar Iniesta. Y esta vez es verdad, no fue un sueño, somos los campeones del mundo para los próximos 4 años.