Cambio de ciclo en Portugal

Damián - Según como transcurría la temporada se intuía, pero se certificó en la final de la Copa de la Liga (Copa Carlsberg) con la inapelable victoria del Benfica sobre el Oporto por un contundente 3-0 el domingo pasado. Un triunfo incontestable en el que los lisboetas se permitieron el lujo de jugar de inicio sin Javi Martínez, Ramires, Saviola y Cardozo, prácticamente la columna vertebral del equipo.

Las trayectorias de los dos colosos del fútbol luso llevan caminos totalmente opuestos. Después de cuatro temporadas consecutivas de dominio blanquiazul con su máximo rival siendo también superado por el tercero en discordia y vecino Spórting de Portugal, las tornas han cambiado. El Benfica es líder en dura competencia con el Spórting de Braga (este próximo domingo se jugarán medio campeonato en A Luz), se ha clasificado de forma brillante para los cuartos de final de la Europa League (se verá las caras con el Liverpool en una atractiva eliminatoria) y se ha llevado la Copa de la Liga de la forma soñada: humillando a su vecino del norte.

«Los Dragoes» están a punto de perder la supremacía en el fútbol portugués de los últimos años. A 11 puntos del líder Benfica y ocho del sorprendente Spórting de Braga ve peligrar su participación en la próxima edición de la Champions League. Esta campaña su política de comprar barato y vender a precio de oro no le ha dado resultado, a nivel deportivo claro, porque en el apartado económico ingresaron nuevamente dinero a espuertas. Algunos ejemplos significativos en los últimos años han sido las ventas de Anderson al Manchester United por 31 millones, de Pepe al Real Madrid por 30, de Ricardo Quaresma al Inter de Milán por 24, de Bosingwa al Chelsea por otros 24 o, sin ir más lejos, los traspasos de esta campaña: Lucho González (Olympique de Marsella por 18 millones) y Aly Cissokho y Lisandro López al Olympique de Lyon por 15 y 24 millones respectivamente.

Hasta ahora esta táctica le dio un muy buen resultado, sobre todo en su liga, aunque en Europa los cuartos de final se convirtieron prácticamente en inalcanzables, de hecho sólo llegó a ellos la temporada pasada, desde su brillante triunfo en el 2004. Sin embargo esta temporada los refuerzos no han conseguido estar a la altura de sus predecesores y, además, el Benfica al fin parece haber encontrado el rumbo después de varias temporadas dando tumbos.

La llegada de Jorge Jesús al banquillo de «Las Águilas» ha sido providencial. El técnico ya dio muestras de su buen hacer en el Spórting de Braga, donde aún están recogiendo lo que dejó sembrado. Prácticamente no necesitó tiempo para encarrilar a los encarnados. Ya en la pretemporada el equipo comenzó a carburar. Los nuevos refuerzos encajaron a la perfección con lo bueno que había, como piezas fabricadas específicamente para esta plantilla. Javi García (Real Madrid) se erigió en el pivote defensivo perfecto para la unión entre la defensa y la zona de creación del equipo liderada por el renacido Pablo Aimar; Ramires (Cruzeiro) se adueñó de la zona derecha del medio campo en tareas más defensivas que el estilete Di María ubicado en el costado izquierdo, compensando de esta forma la línea medular; mientras que Saviola (bajito, rápido y habilidoso), y también llegado del Real Madrid, se convirtió en la pareja perfecta de Cardozo (alto, fuerte y rematador).

Como vemos el Benfica por fin consiguió una identidad y una forma de jugar como hacía tiempo que no se veía por el Estadio da Luz. Jorge Jesús colocó en su ubicación natural cada pieza de la que disponía y todo comenzó a funcionar con suavidad y precisión. Ahora su objetivo es conquistar la Liga Sagres, llegar lo más lejos posible en la Europa League y ya, la próxima temporada, volver a la Champions League y lograr que el nombre del Benfica resuene de nuevo por los grandes estadios europeos.