El Fútbol Es Injusto · Mundial Brasil 2014
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Alemania 2006: La mala cabeza de Zidane
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A photo taken 09 July 2006 shows French

9 de julio de 2006. Berlín. Estadio Olímpico. Minuto 108 de la final de la Copa del Mundo donde Francia e Italia empatan a 1 en un partido muy igualado. Claude Makelele va a sacar una falta en campo propio y, de repente, todo se para. Todo el estadio se gira hacia el área opuesta donde Marco Materazzzi está tumbado en el suelo. Tras la confusión inicial llega el estupor al comprobar que Zinedine Zidane, el mejor jugador de la época y uno de los mejores de la Historia ha caído en la trampa que le ha tendido el bravo defensa transalpino. El partido estaba destinado a coronar al genio marsellés que se retiraba ese día y éste no defraudó anotando el 1-0 para la selección francesa con el lanzamiento de penalti a lo Panenka que, tras rebotar en el larguero, se coló en la portería de Gigi Buffon. Posteriormente empataría el propio Materazzi y, hasta la explosión de furia del 10 francés, fue un partido de poder a poder.

Esa expulsión marcó en gran medida el resultado, no tanto por el desarrollo del juego donde sólo quedaban 12 minutos de prórroga como en la tanda de penaltis. Italia no falló ninguno de sus 5 lanzamientos y Francia sólo 1 (por parte de Trezeguet), el destinado a Zidane. La azzurra se alzaba con su cuarto título mundial en el que fue el torneo de Cannavaro, elegido mejor jugador y posterior balón de oro con una Italia que elevó a la categoría de mitos a jugadores como Buffon, Totti, Del Piero, Pirlo o Fabio Grosso. Especialmente destacable fue el papel del lateral izquierdo, desconocido para muchos antes de la cita alemana, pero que se convirtió en héroe nacional al anotar el gol que adelantaba a Italia ante el anfitrión en la inolvidable prórroga de la semifinal en  Dortmund y posteriormente transformar, con mucha serenidad, el quinto penalti que les daba gloria. Para el recuerdo quedan sus gritos de celebración en dichos goles emulando a Tardelli en el Bernabéu en la final de 82.

La acción fue inmortalizada por Adel Abdessemed, artista francés nacido en Argelia, en una estatua de bronce de más de 5 metros de altura conocida como Coup de tete (cabezazo) y que ha conllevado mucha polémica en todos los sitios donde ha estado expuesta (París, Pietrasanta y Doha) por considerar que incita a la violencia y no representa el espíritu deportivo. La obra en la actualidad pertenece al Organismo de Museos de Catar y ha tenido que ser retirada del paseo marítimo de Doha por las protestas de los ciudadanos.

Zidane, leyenda de los Mundiales al ser de los pocos jugadores en marcar en dos finales de la Copa del Mundo, se despidió de un Mundial que debía encumbrarle como un mito y que acabó en la más amarga de las despedidas pero ya se sabe, el fútbol es Injusto… a veces.

Juanvi Safont

Juanvi Safont

Apasionado del fútbol. Socio del Villarreal C.F. Seguidor del Real Madrid y del Liverpool. Humilde colaborador de El Fútbol es Injusto.

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La cuestión es recurrente porque, según dicen, para los intereses económicos de la FIFA que el organizador llegue lo más lejos posible es una buena noticia. Por eso las sospechas sobre las ayudas a la selección local se dispararon, tal y como pasó en Argentina 78, en el Mundial disputado en Corea del Sur y Japón.

Al parecer, la FIFA concedió la organización de aquella Copa del Mundo para expandir y popularizar el fútbol en Asia. Cuestión de dinero, vamos. Pero lo que nadie se esperaba entonces es que Corea del Sur, una selección sin apenas nombre en el panorama internacional, se colara hasta las semifinales del torneo.

A la historia ya han pasado dos partidos, las eliminatorias de octavos y cuartos de final contra Italia y España, y los nombres de dos árbitros desde entonces bajo sospecha por la llamativa concentración de decisiones polémicas. Contra Italia, el ecuatoriano Byron Moreno expulsó a Totti y anuló un gol legal a Tomassi. En el partido que midió a Corea contra España, el árbitro egipcio Gamal Al Ghandour anuló primero un tanto a Iván Helguera por supuesta falta y, sobre todo, invalidó otro balón enviado a la red por Morientes porque supuestamente el balón se había marchado fuera en el centro de Joaquín. Las caras de los españoles, sobre el césped, en el campo y frente al televisor, eran un poema.

Años después de aquel drama para España, Al-Ghandour seguía en sus trece y aseguraba que fue uno de los mejores arbitrajes de su carrera, limitando la responsabilidad por el evidente fallo en ese centro de Joaquín que jamás salió al juez de línea.

Para España la eliminación fue un drama porque eran años en los que los cuartos de final parecían una frontera infranqueable, de ahí las lágrimas de Joaquín, el cabreo monumental de Iván Helguera y, en general, la incredulidad de un país. Una década más tarde parece que, por encima de las malas decisiones del trío arbitral, tanto a Italia o a España debería habérseles exigido ganar cómodamente a una selección menor como Corea del Sur, que difícilmente se verá en un brete parecido.

 

Matt Le Tisier

Apasionado del fútbol. Editor de elfutbolsegunmatt.wordpress.com. Socio del Atlético de Madrid.

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Francia 1938: El suplente Leónidas
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Semifinales de un mundial, enfrente la vigente campeona y el jugador estrella y máximo goleador sentado en el banco.

¿Se imaginan a Sabella o Paulo Bento reservando a Messi o Cristiano Ronaldo en un partido de semejante trascendencia sin ningún problema físico que lo pudiera justificar? Difícil, ¿no? Pues eso fue lo que ocurrió allá por junio de 1938.  Evidentemente para el aficionado de a pie el nombre de Leónidas Da Silva es más que probable que no le diga prácticamente nada. El jugador carioca fue el máximo goleador de la Copa del Mundo de 1938 celebrada en Francia, lo que nos puede ubicar ante el tipo de futbolista que nos encontramos. Se trata de el primer jugador brasileño reconocido a nivel internacional, lo que le convierte en un pionero de multitud de jugadores brasileños que han deslumbrado al aficionado hasta nuestros días. Se puede decir sin temor a equivocarnos que estamos ante el primer gran goleador de la historia del fútbol y uno de los precursores a los que se le puede documentar gráficamente haciendo una chilena.

Jules Rimet había llevado el mundial a Francia tras habérselo quitado a Argentina, lo que incumplía la rotación de continentes prevista. Esto conllevó el boicot por parte de diversas selecciones del continente americano. Brasil no fue una de ellas. Vence a Polonia con tres tantos de Leónidas, después Checoslovaquia sucumbe ante la canarinha tras un desempate, en el que el delantero brasileño marca en los dos encuentros. Tras ello nos encontramos una tarde de junio en el Velodrome de Marsella ante el mayor atentado futbolístico de la época. Ademar Pimienta, seleccionador carioca, en un acto que le debería haber inmortalizado escultóricamente en cualquier plaza romana, decide que el máximo goleador del campeonato con un registro de cinco tantos en tres partidos, debe descansar ante el “trámite” que supone jugar una semifinal ante Italia, la vigente campeona del mundo. Hay que reservarle para una final que nunca jugarían. El atrevimiento acaba con la victoria transalpina por 2 goles a 1.

Si este hecho se hubiera producido en fechas más recientes, donde si alguien estornuda en el otro extremo del planeta, es noticia a los cinco segundos a través de redes sociales y medios de información de todo tipo, el tsunami devastador hacia la persona del seleccionador brasileño hubiese tenido consecuencias catastróficas impredecibles. Cualquier programa espacial de larga duración, sería destino aconsejable para tal despropósito.

En este caso no cabría decir que el fútbol fue injusto con Leónidas, sino que sería más acertado afirmar que la arrogancia de Ademar Pimienta mató a la cordura.

Miguel Mandías

Miguel Mandías

De las cosas menos importantes que hay en la vida, el fútbol es la más importante.

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Italia 1934: Mussolini derrota a España
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-”No sé cómo hará, pero Italia debe ganar este campeonato“.

-”Haremos todo lo posible…

-”No me ha comprendido bien, general… Italia debe ganar este Mundial. Es una orden“.

La conversación de Benito Mussolini con Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol, resumía la filosofía del politizado mundial de 1934. Faltaban apenas dos años para que estallase la Guerra Civil en España, mientras que en Alemania Adolf Hitler comenzaba a sentar las bases que desembocarían en la Segunda Guerra Mundial. Pero en aquel momento la Copa del Mundo que organizaba Italia se convertía en un poderoso instrumento propagandístico del fascismo de Il Duce.

El 31 de mayo de 1934  se vivía en el estadio Giovanni Berta de Florencia el partido de cuartos de final entre España e Italia. Hay quien habla de que aquella fue una de las mejores selecciones españolas de la historia, con nombres ilustres como Zamora, Quincoces, Gorostiza, Lángara o el deportivista Chacho. Pero Italia también contaba con una escuadra muy potente, encabezada por Giuseppe Meazza, quien causaba baja para este choque.

Aquel partido, tras prórroga, terminó con empate, goles de Regueiro y de Ferrari, este último tras una falta a Zamora que el belga Louis Baert no señaló. La permisividad arbitral propiciaba 7 bajas en las filas españolas y 4 en las italianas, destacando las dos costillas fracturadas de El Divino. El balance final de la batalla era favorable a los italianos, que además recuperaban para el partido de desempate a Meazza. Un choque que tendría un protagonista, el argentino nacionalizado italiano Luis Monti.

Monti, centrocampista destructivo,  había sufrido amenazas de muerte en Uruguay 4 años antes vistiendo la Albiceleste. El desprecio que sufrió por su falta de intensidad en la final ante Uruguay le llevó a abandonar el país y fichar por la Juve, lo que le permitió nacionalizarse italiano y disputar el siguiente mundial con la Azzurra. En el encuentro de desempate frente a España se dedicó a repartir estopa a diestro y siniestro, como reconoció Raimundo Orsi, otro de los argentinos de aquella selección:

Menos mal que ganamos. Mejor dicho, ganó Monti. Les pegó a todos, creo que hasta al seleccionador español. El árbitro no vio nada en el gol de Meazza y los españoles le querían matar. Pero eligió: si lo anulaba le mataban los italianos

Las palabras del propio Monti resumen su historia: “En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y en Italia, cuatro años más tarde, si perdía

España caía derrotada por 1-0, con gol de Meazza tras otra flagrante falta sobre el guardameta Nogués que el suizo René Mercet ignoraba. Otra injusticia. Aunque en 1934 la única justicia que valía era la del fascismo de Mussolini.

Pepe Sarria

Me encanta el deporte en general y el fútbol en particular. Soy fan del Celta y enamorado del fútbol de selecciones. Holanda de Cruyff, Brasil de Tele Santana, Colombia de Valderrama o Francia de Zidane son solo algunas de mis favoritas.

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