Wilfred Agbonavbare, con una sonrisa por bandera

El mítico portero nigeriano Wilfred Agbonavbare (Lagos, 1966), uno de los jugadores más emblemáticos en la historia del Rayo Vallecano, es tristemente noticia estos días por la grave enfermedad que padece y la llamada de auxilio lanzada por su amigo y también exfutbolista Augustine Igbinobaro. ‘Willy’, como se le sigue conociendo hoy en día en el populoso barrio madrileño de Vallecas, padece cáncer y necesita ayuda económica para continuar con su tratamiento en Estados Unidos.

Hospitalizado ahora en Alcalá de Henares (Madrid), no tuvo la suerte de hacer una gran fortuna en el mundo del fútbol. Eran otros tiempos y, además, todo el dinero que ahorró lo invirtió en el tratamiento del cáncer de mama que padeció su mujer, ya fallecida. Casi 20 años después de que pusiera punto y final a su etapa como jugador del Rayo Vallecano, Wilfred sigue siendo el cancerbero que en más ocasiones ha defendido la portería del conjunto franjirrojo con un total de 177 veces, en las que encajó 228 goles, pero el verdadero mérito en su carrera profesional no fue alcanzar el primer puesto en un frío ránking estadístico, sino entrar de lleno en el corazón y en la memoria de toda una afición. No tardó en ganarse el afecto de la gente por su forma de ser, por su perfecta integración en el barrio y, sobre todo, por su sonrisa. Se le podía ver por Vallecas haciendo la compra o charlando amigablemente con quien le paraba para pedirle un autógrafo. No era un hombre de muchas palabras, pero nunca perdía su sonrisa, buen humor y amabilidad hacia las personas que le rodeaban. Esa sonrisa y su sencillez le hicieron un hueco en el corazón de todo rayista.

 

En busca de un sueño en Europa

‘Willy’ llegó a Vallecas en 1990 después de haber militado en varios conjuntos de su país y tras haber estado a prueba en el Brentford inglés. Sin éxito en su breve estancia en Inglaterra, el meta militó una temporada en el BBC Lions de su Nigeria natal antes de emprender su aventura definitiva a España. Con el sueño de triunfar en España, viajó a Madrid y probó fortuna en el Rayo. De nuevo a prueba en el equipo de la calle Payaso Fofó, en esta ocasión sí que llegó la gran oportunidad en Europa que tanto estaba deseando. Y no la desaprovechó. El Rayo Vallecano acababa de descender por aquél entonces a Segunda División, con Felines como entrenador. Su primer contrato fue casi testimonial en lo económico, pero el pago del alquiler de un piso en el barrio, sus enormes ganas por labrarse un porvenir en el mundo del fútbol y la confianza de su técnico bastaron para que el corpulento guardameta nigeriano decidiese quedarse en Madrid.

No tardó en convencer a Felines de su valía y desbancar así a Férez de la titularidad. Hasta la aplicación de la ‘Ley Bosman’ el 15 de diciembre de 1995, el reducido cupo de jugadores extranjeros que podían participar en la Liga permitía ver a muy pocos arqueros foráneos bajo los palos de los equipos españoles. El camerunés Thomas N’Kono fue una de las raras excepciones en aquella época, defendiendo la portería del Espanyol entre 1982 y 1990, así como el marroquí Ezaki Badou con el Mallorca (1987-1992). ‘Willy’ seguiría sus pasos.

 

Con el número 1… ¡Wilfred!

En su segunda temporada en el club, la megafonía del estadio de Vallecas anunciaba ya a Wilfred Agbonavbare como el guardameta titular de un Rayo que certificaría su tercer ascenso histórico a Primera División un 24 de mayo de 1992 tras vencer al Castellón (4-1). ‘Willy’ había llegado a la élite del fútbol español por la puerta grande, aunque su estreno en la máxima categoría no fue sencillo. Debutó en Mestalla un 5 de septiembre de 1992 con derrota ante el Valencia (1-0), pero en la segunda jornada se lesionó en el choque que enfrentaba a Rayo y Logroñés en Vallecas, perdiendo de esta forma la titularidad en favor de un Toni Jiménez que venía de colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92. Sin embargo, Willly nunca perdió la fe en sus posibilidades y volvió a ganarse la confianza del entonces técnico franjirrojo, José Antonio Camacho.

La temporada 1992/93 fue para enmarcar. Pese a tener todas las cuotas de las casas de apuestas en contra para manternerse en la Liga, el Rayo ocupó un meritorio decimocuarto puesto en la clasificación final gracias, entre otras cosas, a las actuaciones del cancerbero nacido en Lagos. Algunas de ellas nunca se borrarán de la retina de los aficionados franjirrojos, como sus soberbias intervenciones en el triunfo sobre el Real Madrid (2-0) de Butragueño, Míchel, Hierro y Zamorano, con goles de Anton Polster y Pedro Riesco. Aquél día ‘Willy’ lo paró todo. Y por si fuera poco, en el partido disputado en el Santiago Bernabéu fue capaz de detenerle un penalti a Míchel que le permitió a los suyos sacar un valioso empate (1-1). Con Toni Jiménez ya fuera de la entidad rayista, fue el meta titular indiscutible de la campaña siguiente, de mal recuerdo para el rayismo por el descenso a Segunda División en una promoción frente al Compostela que requirió de la disputa de un tercer partido de desempate en el Carlos Tartiere de Oviedo (1-3).

 

Seis temporadas luciendo la franja

Cual ave Fénix el Rayo resurgió de sus cenizas y regresó a Primera División tan solo un año después de haber bajado. Wilfred fue el portero titular de un Rayo que quedaría subcampeón de la división de plata tras el Mérida. La tercera temporada en la elite del fútbol español no fue fácil para él. El técnico Marcos Alonso y la incorporación de Abel Resino en el mercado invernal le relegaron al banquillo, pero la llegada de Fernando Zambrano le brindó la oportunidad de disputar los tres últimos encuentros ligueros y de ayudar al Rayo a salvarse en la promoción de descenso. Especialmente importante resultó ser su actuación en el vital partido de vuelta ante el Mallorca. Fue expulsado, pero puede que por esa expulsión el Rayo mantuviera la categoría. Con la eliminatoria empatada en Vallecas tras el 1-0 en contra del Lluís Sitjar, ‘Willy’ tuvo que cometer una falta por la que vio tarjeta roja, pero que permitió a los suyos seguir con vida en el partido y ganar finalmente esa eliminatoria de promoción (1-0 en Palma y 2-0 en Vallecas) con el mítico gol de Onésimo en las postrimerías del encuentro.

La temporada 1995/1996 sería la sexta y última del guardameta en el Rayo. Con 30 años y un bagaje de 76 partidos en Primera, el meta nigeriano fichó por el Écija, donde jugó 23 partidos y encajó 36 goles en un equipo que acabó descendiendo a 2ªB como colista.

 

Retirada prematura a los 31 años

Sin ofertas en Europa, regresó a Nigeria y siguió entrenándose durante un año hasta que la ausencia de nuevas oportunidades le obligó a una temprana retirada con 31 años. Ponía así punto y final a una carrera como futbolista profesional en la que, además de haberse convertido en el portero que más veces ha defendido la portería del Rayo Vallecano en toda su historia con 177 partidos, había logrado otros grandes logros como formar parte de la selección nigeriana que se proclamó en Túnez campeona de la Copa de África en 1994 y que alcanzó los octavos de final del Mundial de Estados Unidos ese mismo año, en ambos torneos, siendo suplente de Peter Rufai, ex de equipos como Hércules y Deportivo de La Coruña. Sin embargo, el mayor logro en su carrera fue sin duda haberse ganado el cariño y afecto de toda una afición. No es fácil convertirse en el ídolo de toda una afición y de ganarse su cariño para siempre. ‘Willy’ lo consiguió y se convirtió en un mito del rayismo para siempre. En 2011, en el descanso de un partido del Rayo ante la Real Sociedad, la afición le brindó un emotivo homenaje como reconocimiento a su trayectoria en la entidad vallecana.

Tras dejar el fútbol, su sonrisa y buen carácter siguieron siendo iguales. Retirado a los 31 años, decidió regresar a Madrid para buscar trabajo y poder sacar a su familia adelante. “La etapa del fútbol ya está pasada”, afirmaba, sin perder las ganas por emprender un nuevo oficio. “Tengo que trabajar y tengo que trabajar. La vida es muy, muy dura”.  Trabajó en diferentes empleos como mensajero para empresas de reparto y mozo de carga en el aeropuerto de Barajas. También estuvo vinculado al mundo de fútbol como entrenador de porteros de equipos humildes de la Comunidad de Madrid como el Coslada y soñaba con abrir algún día una escuela de fútbol en su país. “Por la noche es muy duro, cualquier trabajo”, aseguraba en una entrevista. Defender la meta del Rayo Vallecano en todo un Santiago Bernabéu y no salir derrotado también lo fue. Ahora debe trabajar más duro si cabe, tanto de día como de noche, para salir victorioso de una lucha que es, con diferencia, mucho más complicada. ¡Ánimo ‘Willy’!

Sergio Lizana Calvo

Licenciado en Periodismo. Soy madrileño, socio del Barça, Rayo Vallecano y seguidor del fútbol modesto de barrio. Practico atletismo de fondo, desde el 1.500 en pista hasta el maratón, y me apasiona viajar a lugares que no suelen aparecer en los escaparates de las agencias de viajes.

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