Vallecas, honradez por bandera

En el corazón del neurálgico Madrid, un barrio periférico mantiene una idiosincrasia atípica al mundanal ruido capitalino. Como si de la antigua Galia se tratase, Vallecas asoma su cabeza al mundo con un estilo cultural y social totalmente opuesto al resto de barrios o ciudades.

En sus orígenes, Vallecas era reconocida como ciudad, inclusive su propio alcalde. Su principal sustento se basaba en las labores agrícolas que se recolectaban en la zona, ya que todo el actual extrarradio eran cultivos y campo. Fue creciendo de manera notable debido al asentamiento rural y a un abastecimiento diario de hortalizas, trigo y similares a los mercados del gran Madrid

Hoy día, Vallecas se ha visto ‘atrapado’ por la capital y se ha anexionado como un barrio madrileño más, siendo uno de los más poblados de toda Europa. Pero lo que realmente distingue a este peculiar rincón es su carácter. Vallecas se personifica como un barrio íntegramente obrero, donde el instinto de supervivencia, la sombra del paro y la crueldad de la calle han abierto los ojos a unos vecinos que a dentelladas viven su día a día.

En un fuerte carácter marcado por una izquierda antifascista y antirracista, el mundo del fútbol sirve a través de su equipo como un altavoz de sentimiento patrio a modo de fidelidad y lucha perpetua. El Rayo Vallecano, de la mano de su entrenador Paco Jémez demuestra cada domingo que esos valores de los que se presumen en el barrio no son una moda y que el club está empapado de una forma tan singular y sincera que estremece a cualquiera que los conozca.

El Rayo es un equipo que mira a los ojos a todos sus rivales independientemente de su escudo, división o palmarés. Jémez propone un marcado estilo de juego que no varía ni por el rival ni por las circunstancias, algo que le ha costado numerosas críticas en el entorno de periodistas y analíticos que han tildado como suicidio sus planteamientos frente a estrellas de primer nivel.

Pero para el entrenador rayista aquella palabrería supone traicionar sus ideas. Tal fe tiene en ellas, que no dudó por ejemplo en apartar a su portero titular, teniendo al suplente lesionado, por usar el móvil en el vestuario –algo que tienen estipulado como falta grave dentro del club–; Tampoco le importó dejar en el aeropuerto a Abdoulaye Ba, en un partido que el Rayo jugaba como visitante en Mestalla debido a las constantes faltas de puntualidad del defensa, algo que el entrenador consideró como una falta de respeto hacia sus compañeros. Paco no se casa con nadie, en el vestuario no hay estrellas, la titularidad hay que ganársela cada semana a base de esfuerzo y sacrificio, luchando como si cada balón fuese el último.

Vallecas no entiende su vida sin el Rayo ni el Rayo sin Vallecas, es un binomio de sentimiento y compromiso eternos. Sus ultras, los Bukaneros, se ensalzan como el movimiento agitador de la masa social, tanto en animación como en la gran parte activa de los movimientos socio-políticos del barrio: animan a su equipo, paran desahucios, apoyan a su equipo femenino, recogen juguetes o se manifiestan frente a la violencia machista.

El último gesto humano y social que se conoce es el famoso caso de Carmen, una anciana de 85 años desahuciada de su piso en Vallecas. La noticia se haría eco en todo el país, pero el club anunciaría días después que pararía el desahucio aportando 21.000€, todo un gran gesto de solidaridad sin dudas. Sin embargo, el rizo se volvió a rizar cuando días después, Carmen quiso donar parte de ese dinero para Wilfred, antiguo portero del Rayo Vallecano de los años 90 que padecía cáncer. El exguardameta nigeriano perdió todo lo que ganó como futbolista pagando un tratamiento para su mujer. Desgraciadamente ‘Willy’ fallecería al igual que su esposa debido a esa grave enfermedad. Ahora, la puerta número 1 del estadio de Vallecas llevará su nombre.

Así es Vallecas, quien menos tiene es el que más otorga, un barrio humilde, solidario y trabajador, que no teme al azote del capital ni a los gigantes que acechen su trocito de tierra, porque ellos ya son lo suficientemente ricos de corazón para sonreír al mal tiempo con la cabeza bien alta de pertenecer a aquel reducto inconquistable e ingobernable, que como si una película de Asterix y Obélix se tratase muestran a la sociedad que es posible mirar al mundo desde otro punto de vista, desde otra perspectiva humana.

Yasser Tirado

Escritor que pretende hacer del fútbol una literatura de mesilla de noche, un enfoque distinto entre la densa niebla. Podéis ver mis proyectos en www.memoriasdeunbar.com

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