Real Madrid: un largo invierno

En la localidad de Punxsutawney, Pennsyilvania, se celebra anualmente el Groundhog Day, en el que unos cuantos lugareños esperan que un roedor llamado Phil prediga si la primavera llegará pronto o, por contra, el invierno se alargará. Como en el clásico de Harold Ramis, el Real Madrid ha encontrado su particular y adaptada versión de cómo vivir en un descalabrado bucle.

Solo hay una evidente diferencia entre Bill Murray y Carlo Ancelotti: el ánimo de rectificar del italiano es inexistente. Que los ataques de entrenador son una plaga difícil de erradicar, es indiscutible; que no es imposible, no menos cierto. La denominada “BBC” cada vez se asemeja más a aquel programa de la cadena innombrable y de siglas “CQC”: “Caiga Quien Caiga” sigue empecinado en usar el 4-3-3 que dirige al Real Madrid hacia el mismo arrecife de resultados donde naufragó la temporada pasada en partidos señalados; en esta, seis veces contra el mismo escollo.

Equipo violento, bajas fundamentales (como si jugando con el once de gala el resultado hubiera sido otro), cumpleaños a destiempo, intensidad o ganas” son argumentos de primates sin evolucionar que se han escuchado tras el batacazo de juego, resultado y actitud en el Calderón, y que desatienden el verdadero fondo del asunto: una renqueante planificación física, y una obsesión (que roza el desequilibrio) por un sistema que tarde tras tarde nos rinde a la evidencia de que es del todo ineficaz. Pero hasta nuestros peludos antepasados evolucionaron; ‘La Cabra’ parece resistirse. Lo que presenciamos no es un pequeño resfriado en una mala tarde: es una congestión que se arrastra tras coserse la estrella de “campeoncito” del mundo. Algo ya reconocido desde dentro.

Encadenando una racha de resultados y juego que hicieron crecer el deseo de entradas, cuotas de pantalla y barrigas de aficionados, ha ido exprimiendo el riego sanguíneo de doce humanoides desembocando en su extenuación. Una plaga de lesiones y cansancio que no puede achacarse al personal de taquilla. Solo hay un responsable. Los minutos repartidos entre los 23 integrantes de la plantilla resultan escandalosamente desproporcionados y el temor a lo que ha sucedido ha hibernado hasta despertar. Cambios tardíos con partidos resueltos. Alineación de “tocados”. Sistemas que parten al equipo y doblan la necesidad de esfuerzo (de unos pocos). ¿Tendrá algo que ver el cremoso entrenamiento diario? Hasta el jugador más en forma de la plantilla ha tenido que variar de posición y entrega para poder partir de inicio y no tocar el equilibrio que solo parece ver Ancelotti. En definitiva, una horrorosa metódica únicamente maquillada con el devenir de los resultados, muchas veces obtenidos por la inercia de la clase que se les presupone. Solo las bajas han dado papel a los “no habituales”, calificativo que, para mi incomprendido cráneo, solo debería utilizarse con el tercer portero y utilero en un club que juega a presentarse a todo. Y ahora ya puede ser demasiado tarde para coger el ritmo de competición. Tampoco es que el bajón de su máxima estrella haya ayudado mucho; su rodilla debería dar una rueda de prensa.

Ya se han alzado las primeras (carroñeras) voces hacia el relevo en el banquillo. Poca credibilidad hay que darles (de momento), solo que, en este país de castañuela en el que nos toca despertar, el refranero popular goza de una certeza difícil de explicar, y es que “cuando el río suena…”. La paciencia nunca fue virtud del máximo mandatario, y el italiano es consciente de ello; toca desprenderse de parásitos que lastran el futuro inmediato del equipo ante la fase decisiva de la temporada. Que no sirva de camuflaje el Deportivo: la Champions y el clásico están a la vuelta de la esquina y pueden aclarar decisiones en las mentes regidoras.

 

Javi Ferrer

Murcianico, "pater familias", abogado de a pie, amante del deporte rey y de mi "gente", del mar, la cocina y el cine. Autor de eldisparatedejavi.com y, en mis ratos libres, cronista aficionado. Si me preguntas quién fue el mejor de todos los tiempos, te responderé sin pestañear: Diego Armando Maradona ;) Eso sí, siempre con un poquito de "mala leche".

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