De la Peña: cuando lo difícil parece fácil

Ficha de la Peña

Hubo una época —los 90— en la que la disciplina táctica y el físico no lo eran todo. Eran años en los que no se fabricaban jugadores bajo la rigidez de un mismo molde; en los que el talento era una cosa, y las bufonadas en forma de inocuas bicicletas a ras de césped —tan habituales hoy— eran otra muy distinta. Quizás hoy, tan acostumbrados a las botas de colores y a las crestas teñidas, ignoramos que hubo un tiempo en el que los niños ansiaban portar botas negras en sus pequeños pies y raparse la cabeza al cero para asemejarse a sus ídolos futboleros.

En la última década del siglo XX —sin tablets, móviles de última generación, ni demás “aparatejos” carentes de encanto— lo que se estilaba era hacer auténticos malabarismos oculares para intentar disfrutar —el poder de la imaginación es lo que tiene— de los pases medidos de Iván de la Peña a Ronaldo Nazário en el único canal codificado de nuestro televisor.

Y a Iván le tocó desarrollarse como futbolista en esos años, cuando el lucimiento de los llamados a ser grandes genios del fútbol mundial se basaba en dar pases milimétricos al compañero y no en subir fotos del último peinado o de la zona abdominal al ahora tan de moda Insta… no sé qué.

Lo cierto es que, por aquel entonces, los goles en Can Barça’ los celebraba un tal Iván de la Peña subiéndose encima de Ronaldo (el auténtico), y no dos brasileños bailando samba delante de la grada rival.

Joya de ‘La Masía’

Cuando la ‘era Cruyff’ daba sus últimas bocanadas en ‘Can Barça’ y los máximos responsables del club azulgrana —Núñez en la parcela institucional y Johan en la deportiva— creían ciegamente que la reinvención del proyecto se antojaba obligatoria, emergía en la residencia de jóvenes futbolistas situada en el distrito de Les Corts una generación llamada a marcar una época en el Camp Nou.

Con los Celades, Roger, De la Peña, Velamazán, ‘Quique’ Álvarez o Juan Carlos Moreno, el FC Barcelona parecía tener asegurada una hornada de excelentes futbolistas, modelados bajo el “sello Barça”, que no tardaría en hacer olvidar —en la medida de lo posible— el ocaso del Dream Team.

Entre ellos, destacaba especialmente uno: se trataba de un pequeño cántabro de cabeza rapada y enorme descaro, cuyas diabluras en el césped del Mini Estadi hacía tiempo que venían enamorando a los más acérrimos seguidores de las categorías inferiores azulgranas. Su nombre era Iván, y el hecho de que con tan sólo 15 años tuviera una claúsula de rescisión de 300 millones de pesetas (una barbaridad en aquellos años y la misma que tenían algunos jugadores del primer equipo), demostraba la fe ciega que tenían por aquellos lares en aquel ‘pequeño Buda’.

Brillantes comienzos en el Camp Nou

Después de una temporada sumamente decepcionante para el conjunto entrenado por Johan Cruyff, con una paupérrima 4ª posición liguera y la dolorosa humillación por 5-0 ante el eterno rival (entre otras cosas), el técnico holandés, inteligente y realista como pocos, sabía que el club necesitaba una profunda renovación si quería mantener la hegemonía futbolística de la que había hecho gala durante temporadas anteriores y que, para ello, no podía haber nada mejor que tirar de ‘La Masía’: ese edificio instaurado, precisamente a propuesta del propio Johan a José Luis Núñez tras el fin de la etapa del primero como jugador azulgrana, para hospedar a aquellos chavales llamados a convertirse en las futuras estrellas del club azulgrana.

Y, precisamente, uno de los llamados a convertirse en futura estrella del club azulgrana era un tal Iván de la Peña López. Centrocampista descarado como pocos, tan capaz de hacer jugar a los demás como de sacarse jugadas inverosímiles de sus mágicas piernas; como demostró, sobradamente, durante las tres temporadas que permaneció en la plantilla del primer equipo azulgrana.

Las dos primeras campañas de Iván en el Camp Nou fueron notables: en la primera de ellas, la 1995-1996, Johan Cruyff no dudó en dar la alternativa —aunque con meticuloso cuidado para no acelerar el proceso de formación del jugador y evitar así que éste se acabase contaminando por su propio ego antes de tiempo— al joven centrocampista de 19 años, inexperto a la par que descarado, haciéndolo participar prácticamente en todos los encuentros de la temporada; con unas marcas, tanto en asistencias como en lo que a cifras realizadoras se refiere, espectaculares.

“La obsesión de un jugador debe ser mantenerse en primera línea a los 33 años. El problema es querer cobrar antes de tiempo” Johan Cruyff sobre Iván de la Peña meses antes del debut del cántabro con el primer equipo azulgrana

Ya en la segunda temporada —una de transición, con el inolvidable Sir ‘Bobby’ Robson en el banquillo—, De la Peña, convertido en una realidad, presentó seriamente sus credenciales para ser no sólo un jugador llamado a marcar una época en ‘Can Barça’, donde formó una sociedad perfecta con Ronaldo durante el segundo tramo de la temporada, sino también para convertirse en uno de los futuros baluartes de la hasta entonces inofensiva selección española.

Gran revés a su progresión

Todo parecía transcurrir según lo previsto para ‘el pequeño Buda’ hasta la llegada al banquillo azulgrana, de cara a la temporada 1997-1998, del severo técnico holandés ‘Louis’ van Gaal, que no tardaría en demandar a Iván de la Peña emplearse en labores absolutamente desconocidas hasta el momento para él, y que un jugador de sus características —como tantas otras veces ha ocurrido con futbolistas de su perfil— no estaba obligado a realizar para marcar la diferencia.

Con ‘Pep’ Guardiola lesionado la mayor parte de la temporada, el castigado Iván tuvo que ver cómo el entrenador neerlandés se decantaba partido tras partido y contra todo pronóstico, por jugadores como Albert Celades antes que por él.

Llegados a este punto, y en vista de que el proyecto liderado por Van Gaal no era cosa de solamente una temporada, a Iván le tocaba decidir si asumir el rol de jugador de segundas partes o si, por el contrario, tomar la decisión de desligarse definitivamente del club en el que había crecido futbolísticamente.

Marcha a Italia

Así, fruto de una decisión quizás errónea, el rebelde centrocampista comenzaría una nueva etapa en la liga italiana de la mano de la Lazio de Sven-Gorän Eriksson, que no dudó en abonar 2.600 millones de las antiguas pesetas —con opción de recompra por parte de su club de origen— para hacerse con los servicios de un futbolista diferente, atípico en una liga tan defensiva como la italiana, donde una inoportuna lesión frenó en seco su adaptación al conjunto romano, disputando una pírrica cifra de encuentros a lo largo de la 98-99, que le impediría, entre otras cosas, formar un triángulo de lujo con Vieri y Marcelo Salas durante su temporada de debut con los ‘biancocelesti.

Cesión al Olympique de Marsella

Tras un año para olvidar en Italia, De la Peña necesitaba recuperar el ritmo de partidos perdido, por lo que no dudó en aceptar la oferta de cesión llegada desde Marsella, donde se uniría al conjunto entrenado por Rolland Courbis.

Una vez más, el talentoso centrocampista parecía llamado a ser el líder absoluto de su equipo, pero todo volvía a quedar en lo de siempre: De la Peña utilizado como un jugador ideal para abrir partidos en los minutos finales, pero sin lo necesario para ser ese centrocampista imprescindible durante la cuarentena de partidos a disputarse durante toda una temporada.

Así, a Iván de la Peña le tocaría retornar a Italia la temporada siguiente sin saber qué papel ocuparía esta vez en el plantel romano, o si tendría que volver a salir cedido a algún otro club de menor nivel.

Retorno a “su casa”

Habían transcurrido dos temporadas desde la marcha de Iván de la Peña del FC Barcelona, tiempo durante el cual se había terminado de confirmar que ‘Louis’ van Gaal era justamente el perfil de entrenador que nunca terminaría de casar con la grada del Camp Nou.

Se iniciaba, pues, un nuevo proyecto en ‘Can Barça’, después de la marcha de José Luis Núñez tras más de dos décadas en el sillón presidencial. Con ella, se produciría también la del controvertido técnico holandés, causante, en principio, de la fuga del centrocampista cántabro del club azulgrana en el verano de 1998, y que veía como su primera y única temporada sin títulos en el banquillo ‘culé’ terminaba por confirmar el rechazo de la grada hacia su efigie.

Así pues, el nuevo tándem presidente-entrenador formado por Joan Gaspart y Lorenzo Serra Ferrer no dudaría en repatriar, por sorpresa —bajo contrato de cesión y con opción de compra de 1.200 millones de pesetas— a un desgastado, a pesar de sus todavía 24 años, Iván de la Peña, que contaría, probablemente, con su última oportunidad para consagrarse como un jugador de primer nivel.

Con una nueva lesión de Guardiola, sumada a la convocatoria olímpica de ‘Xavi’ y a la marcha de ‘Ronald’ de Boer al Glasgow Rangers, De la Peña parecía tenerlo todo a favor para contar con el protagonismo que le había faltado en su última temporada como jugador azulgrana.

Nada más lejos de la realidad: “Lo Pelat”, dentro de una plantilla totalmente renovada —habían llegado nuevos “pesos pesados” como Alfonso, Overmars, Petit o Gerard— y en mitad de una temporada más que convulsa en la que el equipo logró la última plaza de Champions en el último minuto del último partido del campeonato gracias a una espectacular chilena de ‘Rivaldo‘, volvió a pasarse más tiempo en el banquillo y en la grada que sobre el verde del Camp Nou, pues ni Serra Ferrer primero, ni ‘Charly’ Rexach tras la destitución del técnico mallorquín, confiaron lo más mínimo en las cualidades del centrocampista santanderino durante el transcurso de la temporada.

Una vez más, la supuesta falta de disciplina táctica y rebeldía crónica del futbolista volvían a pasarle factura a la hora de asentarse como pieza fundamental del equipo.

Año para olvidar en la Lazio

Era de suponer que, si la Lazio había decidido ceder al futbolista dos temporadas consecutivas, era por algo: parecía obvio que el jugador, de no encontrar acomodo en ningún equipo antes del cierre del mercado veraniego, se pasaría una campaña prácticamente en blanco en el conjunto italiano. Y así fue: ni 20 minutos llegó a disputar de aquella campaña el que una vez fue una de las grandes promesas del fútbol mundial.

No quedaba otra que llegar a un acuerdo “amistoso” con los máximos mandatarios del conjunto romano para rescindir el contrato que unía a ambas partes, hecho que se cumpliría meses más tarde.

Primeros años en el Espanyol

A Iván de la Peña ya sólo le quedaba disfrutar: buscar una ciudad y un club en el que pudiera sentirse líder absoluto, en el que marcara la diferencia y fuera idolatrado por la afición. Y qué mejor ciudad que Barcelona, conocida de sobra por el jugador desde su adolescencia, con un míster como ‘Juande’ Ramos y con una afición deseosa de “jugones” capaces de hacer que mereciera la pena abonar dinero por una entrada dominguera en Montjuïc.

Finalmente, Iván firmaba por el Espanyol poco antes del cierre del mercado veraniego de 2002. Allí se reencontraría con algunos de sus excompañeros de la ‘Quinta del Mini’, como Roger García o Toni Velamazán.

En territorio blanquiazul, los comienzos no serían nada fáciles para el malogrado Iván quien, tras la destitución de ‘Juande’ Ramos y la llegada de Ramón Moya al banquillo espanyolista, volvería a encontrarse con el mismo problema de siempre: un míster que prefería el físico a la calidad en el centro del campo.

La amarga situación en la que se veía nuevamente sumido el jugador se prolongaría hasta la llegada de Javier Clemente al banquillo ‘perico’, lo que supuso la resurrección del equipo y del jugador para terminar permitiendo al conjunto catalán permanecer una temporada más en la máxima categoría del fútbol nacional.

Con todo, y a pesar de una primera temporada más que decente en Montjuïc, club y jugador no conseguían llegar a un acuerdo para su renovación de cara a la campaña 2003-2004, por lo que el pequeño centrocampista santanderino volvía a quedarse sin equipo —aunque estuvo a punto de recalar en la liga catarí y en el Celtic de Glasgow— hasta el mes de noviembre cuando, por fin, la oferta blanquiazul lograría colmar las expectativas económicas y deportivas del futbolista.

Así, con el Espanyol colista y con el franco-español Luis Fernández recién llegado al banquillo del estadio olímpico, Iván de la Peña —junto al sempiterno Raúl Tamudo y algún que otro “jinete” del amplio carrusel de incorporaciones invernales espanyolistas— sería pieza fundamental en la consecución del milagro de la salvación a final de temporada, y acabaría como máximo asistente de la temporada en Primera.

Vistas a largo plazo como ‘perico’ y debut como internacional

Una vez concluida la campaña 2003-2004, y ya con Miguel Ángel Lotina como nuevo entrenador blanquiazul de cara a la 2004-2005, la directiva del RCD Espanyol por fin reconoce los méritos de Iván de la Peña, y hace un esfuerzo para renovar su contrato por tres temporadas, por lo que el futbolista por fin podría afrontar su etapa como blanquiazul con la calma que otorga siempre una perspectiva a largo plazo.

Con el técnico de Meñaca, los comienzos tampoco serían sencillos para Iván, que tuvo que ver como el vasco prefería optar por un trivote más físico y menos osado —llegó a acusar al cántabro de perder excesivos balones en una rueda de prensa— formado por ‘Ito’, Fredson y Álex Fernández. Pero De la Peña, más que acostumbrado a esta situación, respondió como siempre: regalando auténticos recitales a ras de césped.

Evidentemente, Lotina, tachado por muchos de defensivo pero no de necio, supo reconocer las brillantes actuaciones del santanderino, quien acabó formando una sociedad perfecta con Tamudo y Luis García; un tridente apodado “Els tres taurons” (los tres tiburones) que fue fundamental para acabar logrando la clasificación para “puestos UEFA”, quedando a tan sólo un punto de puestos de Liga de Campeones.

Además, durante aquella campaña, Iván de la Peña había logrado lo que muchos llevaban demandando desde hacía años: su debut como internacional absoluto con la Selección española.

El encargado de dar la alternativa al centrocampista español no podía ser otro que ‘El Sabio de Hortaleza’: Don Luis Aragonés decidía convocar a Iván, con casi 29 años y por primera vez en su carrera, para un encuentro con la selección española, celebrado el 4 de febrero de 2005 en Almería contra San Marino, en el que el cántabro disputó 76 minutos de juego a buen nivel con el “8” a su espalda.

Posteriormente, el ‘niño prodigio’ de Cantabria volvería a ser convocado en cuatro ocasiones más con la selección absoluta.

Título como blanquiazul

La campaña 2005-2006 comenzaría con Lotina y De la Peña a la gresca; como anécdota, mencionar que el técnico llegó a enseñar el camino de vestuarios al jugador en un entrenamiento.

No obstante, tras limar ambos asperezas, la temporada acabaría con el Espanyol como campeón de Copa del Rey en una apoteósica final lograda tras imponerse por 4-1 al Zaragoza en el estadio Santiago Bernabéu, pero con el equipo eludiendo el descenso de categoría en la última jornada gracias a un milagroso tanto de ‘Coro’ en el descuento.

Vuelta a las lesiones y hazaña de la mano de Pochettino

Ya en la temporada 2006-2007, con Ernesto Valverde en el banquillo ‘perico’ y Moisés Hurtado como “guardaespaldas” del santanderino en mediocampo, llegarían el famoso “Tamudazo” en el Camp Nou —recital del cántabro incluido— y el subcampeonato de UEFA tras la final perdida en los penaltis frente al Sevilla en Glasgow.

Una temporada más tarde, volverían a acentuarse las malditas lesiones musculares que había arrastrado el jugador durante toda su carrera y que se mantendrían también durante la primera vuelta de la 2008-2009.

Precisamente en la segunda mitad de la campaña 08-09 volvía a Montjuïc —esta vez como técnico, tras las destituciones de Bartolomé Márquez primero y de José Luis Esnal ‘Mané’ más tarde— un viejo amigo de la afición españolista y, especialmente, de Iván de la Peña: Mauricio Pochettino.

El inexperto técnico argentino tomó las riendas de un Espanyol hundido en la última plaza de la clasificación y con pocas esperanzas de salvación. Pero el tiempo les acabaría quitando la razón a los más pesimistas —o realistas— y dándosela, entre otros, a ‘Lo Pelat’, que mostró siempre fe ciega en la salvación, a pesar de la distancia de ocho puntos que los separaba de la 17ª plaza, a falta de diez jornadas para la conclusión. Finalmente, el conjunto blanquiazul terminaría logrando la hazaña de la permanencia a final de una temporada que será recordada por la inesperada victoria del Espanyol en el campo del eterno rival, 27 años después, con un auténtico recital de Iván de la Peña, autor de los dos goles blanquiazules en aquella mítica victoria por 1-2 del colista frente a un ‘Pep Team’ que comenzaba a escribir las primeras páginas de su glorioso libro.

Calvarios sucesivos y retirada

Si la temporada 2008-2009 acabó en pleno éxtasis para De la Peña, la 2009-2010 comenzaría de forma diametralmente opuesta: ‘Dani’ Jarque, entonces capitán blanquiazul, sufría un paro cardíaco durante la pretemporada que acababa con su vida de manera fulminante.

El desgraciado acontecimiento, unido a la decisión del club de arrebatar a Tamudo la capitanía del equipo, hizo recaer el brazalete de capitán en manos de un Iván de la Peña que completaría las dos campañas siguientes sin ni siquiera poder completar una decena de encuentros; fruto, una vez más, de las malditas lesiones musculares.

El 19 de mayo de 2011, con la batalla perdida frente a las lesiones, De la Peña anunciaba el fin de su carrera como jugador profesional, que culminaría con el premio de haber podido disfrutar, en la última jornada liguera frente al Sevilla —ya en el Estadi Cornellà-El Prat—, de su último cuarto de hora como futbolista.

Iván de la Peña López, ‘El pequeño Buda’ o ‘Lo Pelat’; da igual. Un tipo distinto, irrepetible: el descaro en persona, la precisión absoluta, el arte futbolístico en forma de asistencia. El fútbol en sí.

“Piensa en ser jugador, no campeón. ¡Tú eres un artista!….Cuando tires una pelota fuera, es como si te metieras un gol en propia puerta…No lo hagas nunca más…” Laureano Ruiz, técnico y mentor de Iván de la Peña en categorías inferiores, tras ganar éste un campeonato alevín en Cantabria

Porque Iván ha sido uno de los futbolistas más talentosos que ha dado este país, pero también uno de los más maltratados —aparte de por las lesiones musculares— por la casi totalidad de sus entrenadores que, cegados por el “resultadismo”, desaprovecharon la oportunidad de disfrutar en primera fila del auténtico genio que tenían por pupilo; del que, probablemente, ha sido el futbolista con mayor calidad a la hora de dar el último pase que se ha podido ver en la historia reciente del balompié. Un genio al que tan sólo la falta de continuidad  y su desquiciadora manía de atreverse a intentar lo difícil para hacerlo parecer sencillo —bendita manía— le privaron de agrandar aún más la figura que siempre significó para el verdadero amante futbolero.

Algunos podrán decir que una vez disfrutaron de los goles de ‘Pelé’ en Maracaná, o de las “gambetas” de Maradona en La Bombonera, pero muchos otros —como el que escribe— recordarán para los restos que una vez vieron a un tal Iván de la Peña regalando asistencias inverosímiles a diestro y siniestro en el eterno Estadio Olímpico de Montjuïc.

MOMENTO CUMBRE

Convocatoria para, por fin, poder jugar con la selección absoluta. Después de años esperando la llamada de ‘La Roja’, su primera convocatoria con la selección española —de la mano del gran Luis Aragonés—, en febrero de 2005, fue el resultado de algo que no había sido capaz de lograr De la Peña hasta aquel momento: encontrar el camino de la regularidad en un club.

MOMENTO INJUSTO

Decisión de marcharse a la liga italiana en el verano de 1998. Italia y su liga no eran lugar para Iván, y eso lo sabía él mismo. En plena moda de emigraciones españolas hacia otras ligas, De la Peña, acorralado por la presencia de Van Gaal en ‘Can Barça’, decidió —a pesar de contar con sólo 22 años— arriesgarlo todo y probar fortuna en la Lazio, convirtiéndose en uno de los traspasos más caros del momento. La apuesta le salió mal y, probablemente, condicionó el resto de su carrera deportiva.

TRAYECTORIA EN CIFRAS

Trayectoria de la Peña (Club)

Trayectoria de la Peña (Selección)

 

Títulos de la Peña

*Fuentes bibliográficas: ceroacero.es ; bdfootball.com ; elpais.com ; as.com; youtube.com ; historiasdecromos.com ; transfermarkt.co.uk ; futbolypipas.es ; lavanguardia.com ; vavel.com
Foto de portada: Matthew Ashton

Leandro Serrano

El fútbol me interesa porque es una religión benévola que ha hecho muy poco daño. Futbolero empedernido desde 1990. Columnista en El Fútbol es Injusto.

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