Nápoles, entre el fatalismo y lo divino

Decir Nápoles es decir fútbol, pero no un fútbol cualquiera, aquellas 7 letras esconden consigo todo el pragmatismo del fútbol italiano, vivir las alegrías con una pasión desmedida y hacer de las tragedias auténticas hecatombes, el tifosi napolitano, está impregnado de esa magia tremendista con la que se vive el Calcio los 365 días del año, haciéndolo una forma de vida, para bien y para mal.

Gran parte de ‘culpa’ la tuvo el aterrizaje de Diego Armando Maradona en verano de 1984, el icono del ‘10’ dio un giro de 180 grados a todo lo establecido en el país transalpino hasta por entonces, como un tifón la figura de Diego arrasó en todos los ámbitos sociales, políticos e incluso religiosos de aquella ciudad tan huérfana de ídolos. La mirada desafiante de un futbolista que había salido por la puerta de atrás en Barcelona tuvo su mejor óleo sobre el verde de San Paolo, sobre sus pies danzaba libre pero obediente un esférico blanco y negro, construyendo trazos mágicos y en ocasiones imposibles, una obra de valor incalculable.

De esa manera mágica, como caído del cielo, el potrero argentino se convirtió en el ídolo capital de Nápoles, bajo su batuta de talento y fútbol plantó cara a los grandes del norte como Juventus, Milan, Inter o sus vecinos romanos. Aquella simbiosis entre aquella ciudad y Diego iba más allá de lo espiritual, la bella Nápoles, tan alegre como frustrada componían un laberíntico entramado de callejuelas descuidadas donde el sabor áspero del cuero era la merienda de los chicos de la ciudad, aquellos mismos de los que se enamoró mientras aterrizaba el día de su fichaje, con una sonrisa y una ilusión enorme Diego Armando Maradona abrazó Nápoles dispuesto a ser el ídolo de los niños pobres de Italia.

Incluso a día de hoy es latente el fervor hacia el argentino como ídolo absoluto, la huella del fútbol argentino caló hondo en el corazón Napolitano, que todavía siente, pese a la inmensidad de kilómetros que Villa Fiorito está presente al cruzar cualquiera de sus esquinas, en el alma de aquellos niños que todavía corretean tras un cuero con una camiseta azul descolorida.

Nápoles vive el presente de un grande con el espíritu de un pequeño con todas las consecuencias, Aurelio De Laurentiis preside un club con una política en ocasiones caduca, a caballo entre el autoritarismo y arrebatos de narcisismo. La capital de la región de Campania vive inmersa en el foco fatalista del Calcio, capaces de la épica más heroica o del desastre más profundo.

Ese icono de bipolaridad simboliza un halo melancólico entre nostalgia y cariño, de amar a quemarropa hasta que las costuras de la piel revienten, encontrar el sentido del fútbol y por fin entender la sonrisa del ‘pelusa’ cuando aterrizó en aquella ciudad tan divina e imperfecta, como un viaje sin retorno al fondo del alma de Diego Armando Maradona.

Foto de portada: goal.com
Foto destacada: jignape.blogspot.com

Yasser Tirado

Escritor que pretende hacer del fútbol una literatura de mesilla de noche, un enfoque distinto entre la densa niebla. Podéis ver mis proyectos en www.memoriasdeunbar.com

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