Gareth Bale, atrapado en sí mismo

Preso de sí mismo, de un esquema que le atrapa y carcome a cada hoja del calendario que cae: así es el día a día del jugador galés Gareth Bale. El segundo jugador más caro de la historia del Real Madrid no encuentra su camino en el tramo más decisivo de la temporada; un mal momento para apagar las luces de cruce.

Las curvas han comenzado y Bale empieza a ser uno de los perfiles hacia los que los dedos índices del madridismo parecen haber focalizado la desidia reinante. El de Cardiff ha dejado de ser aquel expreso de medianoche que cabalgaba el verde de Chamartín en la búsqueda de la gloria eterna; ahora una figura desdibujada, fuera de lugar y de hábitat, deambula en un esquema que exige su luz para dar el último empujón, el más complejo.

Esquema, el precio de jugar en el Madrid

Jugar en el Real Madrid tiene un alto precio. Alinear todos los cromos, los egos y ver lo mejor del equipo siempre es una ardua tarea para el entrenador de turno, carente de mayor o menor carácter. Encontrar una armonía psicológica y futbolística en un once repleto de estrellas de primer nivel se antoja a veces más una odisea que una bendición.

James e ‘Isco’ sufren lo mismo que Gareth Bale; el galés debe atacar espacios por un costado lo que, si bien en Londres lo hacía a menudo, era un recurso, no un hábito. Caer en la derecha en transiciones centrales no equivale a permanecer en ella y cubrir las subidas del lateral. El colapso llega cuando James o ‘Isco’ deciden ocupar la mediapunta para el último pase o el disparo, obligando a Bale a permanecer en la raya de cal más tiempo del que le gustaría.

Ancelotti ya ha manifestado en más de una ocasión que la ‘BBC’ es innegociable, pero también lo es el posicionamiento de Bale: la izquierda no es hábitat para él en tanto que el técnico italiano permanezca en la casa blanca, o al menos eso es lo que venimos viendo durante toda esta temporada y la anterior.

¿Posicionamiento o idea?

Hemos visto cómo el Madrid quedó completamente desdibujado sin la figura de Benzema en Turín. Ancelotti volvió al clásico 4-4-2 sin un referente arriba y, con la ausencia de Modrić en la sala de máquinas, el Real Madrid carece de plan B si los habituales no están en escena, como si la partida de cartas del italiano se desmoronasen como un castillo de naipes cuando el rival consigue cortocircuitar las transiciones blancas.

Ahí entra la duda si merece la pena apostar al 100% por la idea, o quizás intentar sacar el mayor rendimiento posible a los jugadores para que ocupen posiciones cómodas y reales (básicamente lo que venían haciendo hasta que el Real Madrid se fijó en ellos).

Ramos naufragó en Turín teniendo tres centrocampistas en el equipo que no participaron. Bale no se siente cómodo en un esquema que ahoga sus galopadas, como la de la final de Copa frente a Bartra; el día en que el humo del expreso de Cardiff se sintió libre y auténtico.

Foto de portada: goal.com
Foto destacada: Getty Images

Yasser Tirado

Escritor que pretende hacer del fútbol una literatura de mesilla de noche, un enfoque distinto entre la densa niebla. Podéis ver mis proyectos en www.memoriasdeunbar.com

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