¿La chilena más cara de la historia?

Teniendo en cuenta que llevo yendo al Camp Nou casi cada semana desde hace más de diez años, debería ser un delito que solo os haya contado hasta ahora una anécdota de allí, precisamente la de mi primer partido en directo donde conocí al gran Edgar Davids. La verdad es que he vivido tantas emociones en este estadio que podría dedicarle una sola sección a ello, pero hay una que sobresale, sin duda, por encima de las demás. Y es por eso que he decidido que la primera historia de este nuevo EFEI sea de aquí, del estadio más grande de Europa, de mi queridísimo Camp Nou.

Nos remontamos hasta la jornada 12 de la temporada 2006/2007. Concretamente, un 26 de noviembre del 2006. Para contextualizar un poco, meses atrás el Barça de Rijkaard había ganado la ansiada Copa de Europa en París, con el mágico gol de Belletti. Una final que podría haber sido contra el Villarreal si no hubiese sido por el famoso penalti del recién retirado Riquelme. Sí, ya saben, el fútbol a veces es injusto. También Italia venía de lograr la Copa del Mundo en Alemania. Messi apenas era una joven promesa de 19 años. Joder, sí que ha llovido, sí.

Aquel día el Barça se enfrentaba precisamente al Villarreal de Pellegrini (exacto, como este domingo, los ‘groguets’ vienen también al Camp Nou más de 8 años después de aquello) y, por motivos varios, mi padre y yo teníamos dos abonos disponibles para ir a ver el partido. Yo aún no tenía el carnet a mi nombre, iba con el de mi abuelo. Y mi padre con alguno que le sobraba a Luisa, la tía de mi madre, que por aquel entonces tenía tres carnés. Podríamos haber ido en tranvía, que recuerdo que lo inauguraron en nuestro pueblo precisamente en aquel 2006, pero mi padre prefirió ir en coche.

Estuvimos dando unas cuentas vueltas por las Corts buscando aparcamiento, pero nada, para variar. Hasta que en uno de los incontables “paseos” pasamos por una calle dónde salía un coche. ¡Eureka! Aparcamos, y fuimos rápidamente hacia el estadio, que el partido estaba a punto de empezar.

¿El partido? De lo mejorcito de aquella temporada: 4-0 con doblete de Ronaldinho, además de goles de Iniesta y Guðjohnsen. Pero más que el resultado, aquella noche vi uno de los mejores goles que he visto en directo en toda mi vida. Quizás el mejor. La chilena de Ronaldinho. Deléitense con el vídeo.

Mi padre y yo estábamos detrás de esa portería. Si cierro los ojos aún puedo recordar a la perfección aquel momento. Hacía frío. Era de noche. Partido a punto de finalizar, y a Xavi se le ocurre ponerle un centro perfecto desde la derecha hacia el segundo palo, donde estaba Ronaldinho. Este la controla con el pecho, y sin dejarla caer, se saca una chilena para batir a Barbosa. Golazo espectacular, locura en el estadio. Pañolada blanca. “Increíble, increíble”, recuerdo que chillaba junto a mi padre, con las manos en la cabeza. Y es que era el año de Ronaldinho. Lástima del Mundial… pero por mucho que dijesen L’Equipe o Cannavaro, ‘Ronnie’ era el mejor del mundo.

Aún anonadados por el gol del Gaúcho, nos dirigimos al coche para volver a casa. La sorpresa al llegar allí y ver que no estaba os la podréis imaginar. “Diría que estaba aquí”, decía mi padre, poniéndose cada vez más nervioso. Andamos un poco más para adelante a ver si nos habíamos descolocado pero no. El coche no estaba. Lo primero que pensamos era que nos lo habían robado. No hay una persona que mire con más atención donde aparca que mi padre. Lo revisa varias veces para asegurarse que se pueda aparcar, que no sea zona prohibida, vado y demás, así que me cuadraba más que lo hubiesen robado que que hubiese aparcado en zona prohibida. Pero no, no nos lo había robado. Había una pegatina en el suelo indicando la multa. Se lo había llevado la grúa. Miramos alrededor y ahí estaba, la señal de plaza de minusválidos. Entre que la tapaba las ramas de un árbol y que habíamos aparcado siendo de noche y con prisas, no la habíamos ni visto. Cagada monumental. ¿Y ahora qué?

En ese momento recuerdo andar. Andar y mucho. Por sitios que en aquel momento no tenía ni idea donde eran, pero que ahora me resultan de lo más familiares. Se nota que con la edad uno va yendo más a Barcelona, entre universidad, fiestas y tal. Pero por aquel entonces apenas tenía 13 años.

Al final acabamos cogiendo un taxi hasta el depósito, donde la grúa se había llevado a nuestro querido Zafira (que apenas hacía 6 meses que lo teníamos). Llegamos y PAM, 150 euros de multa. Lo que iba a ser una noche para recordar por el chicharro que habíamos vivido en directo, se iba a convertir en una noche para el recuerdo, sí, pero para mal. La primera vez (y hasta el momento única y ahora ya conduciéndolo yo también) que he visto como se nos lleva el coche la grúa. Nos salió caro ir a aquel Barça-Villarreal. Nos salió cara aquella chilena. Pero aún así, y sin que me escuche mucho mi padre (que fue quien pagó) yo pienso que valió la pena. Aún nos salió barato. Ver esa genialidad, ver ese gol para la posteridad, no es cualquier tontería. Eterno ‘Ronnie’, gracias por tanto. 

Nacho Fariñas Ribes

Cosecha del 93. Actualmente en Mundo Deportivo. Estudiante de Periodismo en la Facultad de Comunicación Blanquerna y columnista en 'El Fútbol es Injusto,' sección 'El Fútbol es Soñar'. Jugador de fútbol sala. Fan de cualquier futbolista con el diez a la espalda.

Un comentario en “¿La chilena más cara de la historia?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>