Italia 1934: el Mundial que ganó Mussolini
Poco entendía de fútbol, y sus allegados comentaron en su momento que nunca había visto un partido completo, pero Benito Mussolini consiguió para Italia la sede de la Copa del Mundo de 1934, para así atraer las miradas de otros países y dar cuenta de las maravillas y la modernidad que conllevaba el fascismo. Él sabía que el fútbol podía proporcionarle legitimidad al régimen y, al mismo tiempo, hacer gala de los valores del fascismo como forma de educar a los jóvenes, pilar fundamental de la sociedad fascista. En sí, ‘Il Duce‘ consiguió la idealización fascista del fútbol, convirtiéndose en el primer dictador que se sirvió del deporte rey con fines políticos y, evidentemente, consiguió el ansiado trofeo.
Mussolini se empeñó en celebrar la Copa del Mundo de 1934 en territorio italiano, tras no conseguir para su país la que finalmente fue celebrada en Uruguay en 1930. Para ello, no dudó en presionar a Suecia para que renunciase a la candidatura y poder traer el gran evento a Italia. En total, dieciséis fueron las selecciones que participaron en el “Mundial del fascismo”, en el que el propio dictador jugó un papel clave.
El dictador del fútbol
Una vez conseguida la sede, había que dejar todo atado para que la anfitriona venciese, para que el fascismo triunfase. Desde 1930, diversos emisarios italianos convencerían, con importantes sumas de dinero, a las figuras uruguayas que triunfaron —y vencieron— en el Mundial de 1930, mediante contratos para equipos italianos, con el fin de nacionalizarlos posteriormente: tal fue el caso de jugadores como Luis Monti, Atilio Demaría, Raimundo Orsi o Enrique Guaita. Por otro lado, para que no hubiera dudas sobre la importancia del evento, Mussolini creó un trofeo especial para el ganador, la Coppa del Duce, seis veces más grande que la Copa del Mundo.
Así, y antes de que la pelota echase a andar, ‘Il Duce‘ tuvo la siguiente conversación con Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol y miembro del Comité Olímpico Italiano, que ha pasado a la historia como ejemplo de las dudas sobre la limpieza del torneo.
- “No sé como lo hará, pero Italia debe ganar el campeonato.“
- “Haremos todo lo posible…“
- “No me ha comprendido bien, general. Italia debe ganar este Mundial: es una orden.“
Sin duda, había que dejar todo atado para que la Azzurra saliese campeona y, para ello —bajo el amparo de la FIFA—, Mussolini no tuvo problemas en designar a los árbitros que él quería: de ahí que los arbitrajes sufridos por España y Austria ante Italia fuesen tan criticados. El primero ocurrió en el partido de desempate, arbitrado por René Mercet, venciendo Italia por la mínima tras anular dos goles al combinado español; por otro lado, en semifinales Italia jugó ante Austria, arbitrando Ivan Eklin, árbitro sueco que el día anterior había cenado junto a Mussolini. El camino a Roma fue —como se preveía— fácil para la Azzurra.
“Vencer o morir”
10 de junio de 1934: 50.000 almas coreaban, en el Estadio Nacional del Partido Nacional Fascista en Roma, el himno italiano con el brazo en alto hacia ‘Il Duce‘. Desde primera hora de la mañana, el fascismo había ganado su partido en la calle, en la que un sinfín de carteles, banderas y otros símbolos de propaganda engalanaban las ciudades; en ellas, miles de personas entonaban “La Giovinezza“, el himno fascista.
Cuentan las malas lenguas que, minutos antes del partido, el dictador habría enviado un emisario a hablar con el seleccionador, al que le remitió el siguiente mensaje: “Señor Pozzo, usted es el único responsable del éxito; pero que Dios le ayude si llega a fracasar”. El propio seleccionador se dio la vuelta y dijo a sus jugadores: “No me importa cómo, pero hoy deben ganar o destruir al adversario: si perdemos, lo pasaremos muy mal”.
Pese a otro descarado arbitraje favorable a la Italia fascista, el partido no fue fácil para la anfitriona: en el 76’, Puč puso el primer tanto en el marcador a favor de Checoslovaquia. Los italianos no se vinieron abajo y, minutos después, Orsi puso las tablas en el marcador. Hubo que esperar hasta la prórroga para que Schiavio anotase el que sería el gol del triunfo.
La Copa del Mundo se había conseguido. La propaganda fascista prosiguió al día siguiente en una ceremonia para conmemorar la gesta promovida por Mussolini, en la que aparecieron los jugadores con el uniforme del partido: eran el ejemplo del carácter heroico y guerrero de la raza latina, los símbolos de un equipo que vencería de nuevo cuatro años más tarde, en París. Se trataba, en definitiva, de la victoria de un régimen que aumentó un fervor nacionalista cuyo fuego no se apagaría hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Óscar Rodríguez
Un comentario en “Italia 1934: el Mundial que ganó Mussolini”
Tamén compre engadir, o caso no que Italia enfrontabase ca República Española.
No que o gol da victoria foi tendo aos 8 atacantes italianos en fóra de xogo,e coma o Arbitro de nacionalidade suiza ,por medo concediu o gol.Arbitro que sería expulsado de plr vida da Federacion Suiza.
Moi bo o Artigo Oscar.