Younes Mahmoud: la forja de un mito
“Mito: persona o cosa rodeada de extraordinaria estima”. Esta es la definición, en su tercera acepción, sobre la palabra “mito” que nos proporciona la RAE. En el fútbol, mitos hay unos cuantos; algunos tienen ese adjetivo bien ganado, mientras que otros no tanto. Incluso se puede llegar a discutir quién es un mito y quién no ha hecho méritos para ello. Pero este texto trata sobre un MITO: así, en mayúsculas.
Irak es un país donde la palabra estabilidad no significa nada (hace décadas que no se sabe a ciencia cierta qué significado tiene esa palabra de once letras en castellano). Hoy en día, la zona norte del país es la de mayor conflicto. El Kurdistán iraquí —crisol de culturas en la que conviven árabes, kurdos y turcomanos— y los territorios fronterizos con Siria están ahora en disputa: el Estado Islámico busca afianzar su posición de poder en un territorio clave. Erbil es la capital de la región y, también, un oasis de relativa calma en el huracán que la rodea. Aun así, su club, el Erbil SC, ha conseguido ser subcampeón de la AFC Cup esta misma temporada 2014 sin jugar ni un solo encuentro en suelo iraquí.
Poco más de 100 kilómetros al sur de Erbil encontramos Kirkuk. Es en esta ciudad dónde dio sus primeros pasos, hace ya más de 30 años, nuestro mito: nacido en el barrio de Al-Dibs, en su club comenzó a darle a la pelota, aunque pronto sería reclamado por el equipo principal de la ciudad, el Kirkut FC, en el que, por otra parte, no haría su debut en el primer equipo. Al-Talaba, el combinado de la universidad de Baghdad, fue con el que empezó a jugar en la primera división del país y con el que comenzó a marcar goles, uno tras otro.
Irak, Emiratos, Catar —en cinco equipos diferentes— y Arabia Saudí son los pasos que ha dado la carrera de Younis Mahmoud. En todos ellos dejó su huella goleadora tal y como lo sigue haciendo en la selección. La trayectoria de los ‘Leones de Mesopotamia’ en la última década no se entiende sin Mahmoud.
Hay que retroceder ocho años para encontrar la gesta que convirtió a este turcomano, nacido en Irak, en un ídolo. La Copa Asiática del 2007 fue un evento peculiar: cuatro países eran los organizadores del torneo, que se disputaría a lo largo del mes de julio. Irak superó la fase de clasificación para el torneo sin mayores problemas; en un grupo con China, Singapur y Palestina finalizó líder habiendo perdido sólo un encuentro: 2-0 en Singapur.
La selección se presentó en el torneo con un país asolado y con un entrenador que llevaba apenas dos meses en el cargo. El local Akram Salman había clasificado a los ‘Leones’ para el campeonato y, en mayo, la federación contrató al brasileño Jorvan Vieira para que liderase al equipo nacional en la copa.
Dos empates ante la local Tailandia y frente a Omán, y una incontestable victoria por 3-1 ante Australia le dio el pase a cuartos como campeón del grupo A; 2-0 en cuartos ante la sorprendente Vietnam, una impecable tanda de penaltis tras el 0-0 final ante Corea del Sur en la ronda semifinal, y el 1-0 sobre Arabia Saudí en una final disputada en Jakarta, que coronaba al equipo iraquí: un gol de Mahmoud en el minuto 72 lo hacía posible. Younes Mahmoud ya es un ídolo, y el fútbol, por un día, hacía que las calles de Baghdad se llenaran de gente rebosante de alegría. Nuestro mito acaba el torneo como máximo goleador del campeonato —con cuatro goles, al igual que Yasser Al Qahtani y Naohiro Takahara— y obtiene el galardón de Mejor Jugador del Torneo.
Pero todo esto no es suficiente para alcanzar el estatus de mito: hay que hacer más cosas, algo extraordinario. Ese hecho no llegaría en una Copa Asia 2011 en la que Irak caería en cuartos ante los ‘socceroos’. El mito se convertiría en tal el pasado día 23 de enero, en la edición del 2015 que ha finalizado hoy.
Irak vuelve a superar la primera fase con relativa facilidad, perdiendo ante Japón pero venciendo a Jordania y a Palestina. Younes no está destacando: llega al torneo sin equipo y sólo consigue marcar un gol al conjunto palestino, en un partido en el que falla un penalti lanzado de manera lamentable. Pero los más grandes se destapan cuando hace falta: no se cansan en las guerras de guerrillas, si no que aparecen en los momentos clave. Al poco de comenzar la prórroga ante Irán en un partido que ha acabado 1-1, Mahmoud emerge para hacer el 2-1. No es suficiente; la prórroga es espectacular, hay tres goles más y el vencedor saldrá de la tanda de penaltis. Hajsafi y Abdulameer han fallado un lanzamiento por cada equipo, y Ghafouri acaba de marcar el suyo: 4-3 para Irán y turno para el quinto lanzador iraquí. A Younes siempre le ha gustado ser el quinto lanzador: le gusta la responsabilidad, ya que o marca o está fuera. Camina con paso seguro desde el centro del campo. Sonríe: dónde otros estarían atenazados por el miedo, él disfruta como un chiquillo. Coloca el balón y se gira, mira a su banquillo, al suelo, y se planta en la frontal del área con los brazos en jarras: ha hecho todo lo que dice el manual del entrenador que no debe hacerse al lanzar un penal. Suena el silbato, inicia la carrera, va a golpear, Haguigui comienza a vencerse a su derecha y Mahmoud golpea el cuero… un toque sutil en la parte de abajo; la pelota se eleva, apenas coge velocidad. Haguigui está en el suelo viendo como el balón se dirige inexorablemente hacia la red: sabe que no le da tiempo a rectificar, y se resigna. La pelota besa las mallas mientras Younis muestra una sonrisa de satisfacción y le da la mano al árbitro. Gira la vista atrás y en la portería ve la pelota. Delantero y balón están felices: hace unos segundos ambos han disfrutado de algo mágico, de lo que han sido cómplices.
“Lancé así porque quería mandar un mensaje de tranquilidad a mis compañeros: “¡mirad que fácil es marcar!” Y creo que funcionó, porque después todos mis compañeros lanzaron fuerte y bien, y marcaron.”
Tres lanzamientos por cada equipo después, Irak avanza a las semifinales. La República de Corea espera y, esta vez, a diferencia de hace ocho años, el combinado del sur de la península coreana se toma la revancha; Mahmoud no va a levantar su segunda Copa Asiática de Naciones. Da igual: ya ha dado al fútbol más cosas de las que jamás habría imaginado aquel chaval que crecía en las calles de una ciudad de Irak asolada por una guerra interminable. “Mito: persona o cosa rodeada de extraordinaria estima”; ahora, por fin, Younes Mahmoud entra dentro de esta definición.
Dani González
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