Un pequeño Kurdistán

Asia Menor, cónclave de culturas, de tierras con historia y cuna de grandes imperios en el pasado, se debate hoy en día en torno a un núcleo de países que intentan lidiar de la mejor manera posible con el Estado Islámico. Pues bien: hay un pueblo en Asia Menor que, a pesar de los años y de los intentos, no ha conseguido la anhelada soberanía y ver reconocida su autonomía, su idiosincrasia y su cultura en forma de nación. El pueblo más numeroso sin nación propia: los kurdos.

Situado en una zona que engloba parte de Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia, el Kurdistán es ese gran estado fantasma. Un Estado que rozó con la punta de los dedos su autonomía a comienzos del siglo pasado pero que vio esfumarse el sueño igual que se difumina un barco al alejarse en el horizonte. Y es que claro: en la zona que delimitaría un hipotético estado kurdo se encuentran las principales reservas petrolíferas y gaseosas de los citados países. Es muy romántico entregar un puñado de tierra a un pueblo que está dentro de tus fronteras para que se autodetermine, pero cuando en esa porción de tierra está la materia prima que te da vigor, el romanticismo se deja de lado y se guarda en el trastero de las cosas olvidadas.

La principal forma de reivindicación y de mostrarse al mundo del estado kurdo es, temas políticos aparte, el mundo del deporte. Erbil, una ciudad del noroeste iraquí, ya mostró la temporada pasada su pertenencia al Kurdistán cuando, en la final de la AFC Cup ante los kuwaitíes de Al Qadsia, los pocos aficionados del Erbil S.C. desplazados a la sede de la final mostraban con orgullo en las gradas las banderas de su inexistente estado.

Si bien los kurdos se asientan principalmente en el territorio de estos países, hay grandes colonias de kurdos en otros estados europeos, dónde se han acomodado y han buscado prosperidad. Uno de esos destinos ha sido una pequeña ciudad en el centro de Suecia, en la provincia de Dalarna. La ciudad de Borlänge, con sólo 42.000 habitantes, es el hogar de otro club que, como el Erbil iraquí, representa al pueblo kurdo en la liga de otro país.

En 2004, un kurdo asentado en la susodicha ciudad, llamado Ramazan Kizil, decide crear un club con un marcado carácter social en la zona. Junto a otros compatriotas desplazados a Suecia crean el Dalkurd FF cuyo escudo representa la bandera del estado kurdo. Un club que comienza su andadura en las catacumbas del fútbol sueco, en la liga provincial de Dalarna, sin mayor ambición que ofrecer algo de deporte a los jóvenes de la zona.

Los éxitos llegan pronto y el ascenso es meteórico: de competir en el año 2005 en el octavo nivel del fútbol del país escandinavo logran encadenar cinco ascensos consecutivos hasta colocarse en la Division 1 Norra, el tercer escalón del balompié sueco. Categoría en la que suman ya cinco temporadas y en la que está rozando el ascenso a la Segunda División nacional.

Los balcánicos Armin Tanković (Bosnia), Predrag Ranđelović (Macedonia) y Predrag Kašćelan (Montenegro) dan calidad a una plantilla que sueña con alcanzar otro escalón y seguir alimentando el sueño de Kizil de ver a su pequeño club compitiendo con los mejores del país. Tres jugadores, nacionales de países golpeados una y otra vez en las últimas décadas por odios y luchas ancestrales, se reúnen en un club que representa una identidad nacional que también sufre. Las paradojas y curiosas relaciones que ofrece este maravilloso deporte.

Y es que ser un club orgulloso de lucir los colores de un país sin tierra en una nación como Suecia no es la única peculiaridad de este equipo. Desde hace unos días son una historia de suerte, de esquivar la tragedia en el último segundo, y de sentir que han vuelto a nacer. La expedición del Dalkurd FF tenía los billetes en la mano para embarcar en el fatídico vuelo 4U 9525 de Germanwings que se estrelló en los Alpes el pasado día 24. Un giro del destino, una casualidad, o el simple azar, les hizo cambiar los billetes con el fin de evitar una escala en tierras alemanas; ese tipo de casualidades que te hacen replantearte la fragilidad de la vida.

Ese detalle permitirá a estos jugadores que estaban en plena pretemporada volver a disputar un nuevo derbi ante el IK Brage —rival ciudadano y con el que comparten estadio— en una nueva edición de la Division 1 Norra sueca. Categoría en la que también competirán contra el Akropolis IF, equipo con, es evidente, ascendencia griega… Hace 2.500 años, las ciudades-estado griegas confrontaron con el pujante imperio persa en una batalla épica en el paso de las Termópilas. Estocolmo y Borlänge vivirán en primera persona un nuevo duelo griego-aqueménida en la Tercera División sueca. No estarán ni Leónidas I ni Jerjes I en los banquillos, pero el fútbol nos ofrece, una vez más, una de esas curiosas casualidades. Pero esta renovada lucha que nos lleva a la Segunda Guerra Médica será otra historia…

Foto de portada: vozpopuli.com
Foto destacada: en.wikipedia.org

Dani González

Entrenador Nacional de Fútbol. Me encanta el fútbol underground y sobre este fútbol escribo. El fútbol asiático, una pasión.

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