Messi está de vuelta

Tras el largo tránsito a través del túnel, llega la luz y la claridad. Messi llevaba dos años alejado de su mejor nivel y su mejor versión aunque sus números no fuesen los de un futbolista que se encontrase en esa situación. 60 y 41 goles, además de 16 y 14 asistencias respectivamente, en las dos últimas temporadas, cuando a partir de la mitad de la primera se empezó a atisbar el rendimiento más humano del argentino. También el inicio de la actual había sido un calco de lo vivido en las dos temporadas anteriores. Sin embargo, tras las Navidades se ha producido una transformación espectacular de Lionel: de estar doce goles abajo en la tabla de goleadores respecto a Cristiano Ronaldo, ahora el jugador azulgrana supera en un tanto al portugués. El club catalán se encuentra clasificado para la final de Copa del Rey tras haber superado a rivales como Atlético de Madrid y Villarreal, en Champions League se medirá al PSG en cuartos de final, y en Liga, tras el último clásico, encabeza la clasificación con cuatro puntos de ventaja frente al Real Madrid a falta de 10 jornadas para el final de la competición.

El punto de inflexión se produjo tras la derrota en San Sebastián y una alineación extraña de Luis Enrique dejando en el banquillo a Neymar y al propio ‘Leo’ Messi. Tras ese partido, el rendimiento del jugador argentino ha ido creciendo progresivamente hasta alcanzar una gran versión, aunque todavía no al nivel colosal de otras temporadas. Messi se está reinventando a si mismo; ya no es el falso nueve de la época de Guardiola: ahora su ubicación es más próxima al costado derecho del ataque. Sin embargo, el argentino demuestra que, con implicación y motivación suficientes, puede moverse en parámetros goleadores cercanos a los de sus mejores temporadas. A día de hoy sus números son de 43 goles —quinto mejor registro— y 22 asistencias —tercer mejor registro— a falta de la disputa de, como mínimo, 13 encuentros hasta final de temporada. Las 22 asistencias no hacen otra cosa que confirmar la mayor generosidad e implicación del argentino, tanto con sus compañeros como con el equipo como colectivo.

Todo esto vuelve a dejar sin argumentos a los detractores profesionales del argentino. El FC Barcelona no puede vivir sin Messi, y ‘Leo’ es algo más que el futbolista franquicia del club: es el todo, y lo demás son complementos para que el argentino luzca como una verdadera estrella, mostrando una luz cegadora que arrasa con datos, estadísticas, records y rivales. El argumentario de que el rosarino no era nadie sin la estelar aparición de ‘Xavi’ e Iniesta se desmorona como un castillo de naipes: el catalán aparece de forma esporádica en las alineaciones del equipo, perdiendo el incuestionable peso y liderazgo del centro del campo azulgrana, mientras que el manchego está atravesando una de las temporadas más flojas que se le recuerdan en el Nou Camp. Sin la pareja estrella de baile, Messi sigue siendo el punto desequilibrante en un equipo que no aprecia tanto el balón y se convierte en más imprevisible y directo. El argentino participa más en la elaboración y en el inicio del juego ofensivo, entrando en contacto con el balón incluso en campo propio y conduciendo menos el cuero. Eso sí; cuando encara a los rivales desde lejos y en velocidad, nos recuerda al mejor ‘Leo': aquel que dejaba tirados rivales getafenses para codearse con el mejor Maradona. A pesar de que “siempre hace lo mismo y los rivales le dejan pasar”, argumentos más que socorridos de ciertos medios del bufandismo “periodístico”, Messi sigue impartiendo clases de fútbol. Al repertorio habitual de conducción con el balón cosido al pie, gambeteos interminables y definiciones portentosas, Messi añade ahora cambios de orientación espectaculares, pases a la espalda del lateral de la banda contraria que destrozan cualquier línea defensiva y asistencias imposibles entre una maraña de piernas.

Parece complicado que el argentino encuentre la motivación suficiente y los desafíos necesarios para no desconectar entre tanto halago. Cualquiera podría interpretar que las declaraciones de Cristiano Ronaldo en la gala de entrega del Balón de oro, en las que planteaba el curso 2015 como el año en que conseguiría su cuarto galardón para así alcanzar al argentino, sirvieron como acicate para que Messi se tomase más en serio sus actuaciones. Así y todo, a quien escribe el argentino le desconcierta en determinadas situaciones. Llamativa fue la primera parte realizada ante el Rayo Vallecano, donde el de Rosario daba la impresión de no haberse desperezado ante el horario mañanero del encuentro y haberle sentado especialmente mal el desayuno, ya que la actitud del jugador fue la de ausencia no ya de juego, sino de presencia física. Esos partidos son los peligrosos, aquellos en los que el astro se humaniza y se convierte en un individuo hastiado con el balón, con la gente y con el fútbol; como si el chico que se divierte correteando con una pelota hubiese desaparecido, y diera paso al profesional que se siente obligado a cumplir con unos cometidos para los que no se siente seducido.

Un arma de doble filo para el FC Barcelona. Recupera la mejor versión del astro argentino, pero demuestra una vez más la dependencia preocupante respecto a un futbolista que lo condiciona absolutamente todo. Ni ‘Xavi’, ni Iniesta, ni Neymar, ni Suárez; la figura de Messi por sí sola desequilibra, y su ausencia en la aportación al equipo rara vez es suplida por futbolistas de gran calidad, que parecen aceptar un rol secundario y maniobrar tras la sombra alargada del argentino como si viviesen pendientes y subrogados a la toma de decisiones del líder natural. Lionel tiene el don de haber transformado lo sensacional y maravilloso dentro de una cancha de fútbol, en normalidad. La ausencia de esa “normalidad” cuando el argentino se haya retirado, nos proyectará con nostalgia a aquellos maravillosos años donde lo habitual para uno era un simple sueño y una quimera para otros.

Foto de portada: notimix24h.blogspot.com
Foto destacada: impulsonegocios.com

Miguel Mandías

De las cosas menos importantes que hay en la vida, el fútbol es la más importante.

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