Las víctimas de Unai Emery

La trayectoria de Unai Emery en los banquillos de fútbol profesional puede considerarse a grandes rasgos como una concatenación de éxitos si exceptuamos su efímero paso por la liga rusa al mando del Spartak de Moscú. Desde Lorca, pasando por Almería y Valencia hasta llegar a Sevilla. La temporada pasada, el equipo andaluz ya logró levantar un título, el de la Europa League ante el Benfica en la tanda de penaltis. En Liga el club hispalense acabó en quinta posición con 63 puntos. Los números de la presente temporada reflejan una mayor fortaleza y un rendimiento superior al de la pasada campaña. Los 63 puntos quedarán muy lejos al final del curso futbolístico y en tres semanas sabremos si se consigue la ansiada clasificación para la Liga de Campeones del próximo año. En la Europa League se sigue idéntica trayectoria. Las semifinales ante la Fiorentina se presentan apasionantes y con un Sevilla con grandes aspiraciones ante la gran temporada que está llevando a cabo el equipo.

Toda esta inercia ganadora no es casualidad. La labor de Monchi en la dirección deportiva durante los últimos quince años tiene una relevancia fundamental en lo que le ha ocurrido y le está ocurriendo al club andaluz. El gaditano casi siempre acierta y encuentra repuestos en el mercado a las salidas de jugadores ya contrastados hacia grandes clubes europeos. Por su parte, Emery hace uso a la perfección de esa plantilla competitiva diseñada y mantiene la tensión necesaria  para que el rendimiento sea siempre el óptimo y más alto posible. Esa competitividad y alto rendimiento exigible para ocupar un puesto en el once inicial cada fin de semana conlleva que determinados futbolistas con altas expectativas al inicio de la temporada tengan problemas para entrar en la dinámica del grupo si su rendimiento no se acerca a lo exigido por el técnico.

Al inicio de la temporada hicimos desde El fútbol es Injusto un análisis de la plantilla del Sevilla y las posibles opciones y alternativas que se podían dar en el futuro cercano con nuevas incorporaciones llegadas en el mercado veraniego. Entre esas incorporaciones había la de dos futbolistas que llegaban con la intención y la necesidad de demostrar cosas aunque fuese por motivos diferentes. Eran los casos de Iago Aspas y de Gerard Deulofeu, dos hombres de ataque que debían aportar soluciones ofensivas y goles al Sevilla FC.

El gallego llegaba desde Liverpool tras su etapa en el Celta de Vigo donde se había mostrado como un jugador solvente y goleador, además de ser la figura con más peso y proyección del equipo, de ahí el interés del histórico club inglés. En las islas el cambio fue demasiado brusco y su rol no fue el que en un principio se podía esperar ya que la competencia en la delantera era brutal. Luis Suárez, que a la postre sería bota de oro junto a Cristiano Ronaldo, Sturridge y Sterling no dejaban demasiados minutos para que Aspas pudiese mostrar argumentos sólidos a técnico y afición del porqué de su fichaje. Iago sólo disputaría 14 partidos en el Liverpool, de los cuales, sólo cinco serían de titular y sin anotar un solo gol.

Por su parte, Gerard Deulofeu era el futbolista de La Masía con mayor proyección de los últimos años. Al no tener sitio en el FC Barcelona, el gerundense se marchó cedido un año a la misma ciudad que Iago Aspas, pero en este caso al rival directo, el Everton. El equipo catalán elegía la opción de una competición fuerte donde  un jugador joven necesitado de minutos pudiese coger la experiencia y competitividad dentro de la élite, que se exige para llegar a un club de nivel como el suyo. Sin embargo, Gerard tampoco gozó de demasiadas oportunidades. Jugó 25 partidos, una cifra razonable, aunque sólo 9 de ellos fueron como titular. Anotó tres goles. Jugadores como Lukaku, Mirallas o Naismith estaban por delante de Deulofeu en la carrera por la titularidad.

Con todos estos antecedentes la idea de Iago Aspas, Gerard Deulofeu y el FC Barcelona, como parte interesada, era la de llegar a Sevilla a disputar el puesto en el equipo andaluz tras dos experiencias negativas en Inglaterra. Sin embargo, a los ya conocidos Bacca y Gameiro, cuyo rendimiento en el Pizjuán es más que conocido y una auténtica garantía de cara a puerta contraria, se han sumado factores más o menos inesperados que actúan como barrera para la consolidación de los dos futbolistas en el equipo. Uno de esos factores es José Antonio Reyes, jugador que parecía partir con desventaja en la competencia a tenor de las últimas campañas del utrerano. El otro sería Aleix Vidal, que si bien había demostrado su valía en el Almería parecía ostentar menos pedigrí futbolístico que Iago y Gerard.

En este escenario, Unai Emery tiene muy claras las ideas. El día a día y aprovechar las oportunidades es básico para ocupar una parte importante dentro del equipo y según han ido pasando las jornadas, tanto Reyes como Vidal han ido cogiendo el protagonismo que tanto Aspas como Deulofeu han ido perdiendo. El gerundense continúa con los mismos hábitos que generan dudas en todos los técnicos. Jugador anárquico, tácticamente incorrecto y peleado con el sacrificio. El proceso de madurez que se supone debe completar, parece que no acaba nunca. Por su parte, Iago Aspas se ha ido diluyendo por la falta de minutos, lo que genera que en las contadas oportunidades con las que cuenta intente hacer muchas cosas en poco tiempo, lo cual es perjudicial para cualquier jugador. A ello hay que añadir los malos gestos ante las decisiones del técnico que no ayudan precisamente al buen ambiente entre ambos. Mientras tanto, Aleix Vidal sigue siendo indiscutible a base de buenas actuaciones y Reyes se encuentra en una progesión que le hace cada vez ser más trascendente en el juego del equipo.

Cuando las cosas van bien, como le ocurre al Sevilla y a Emery, los cambios no son necesarios y la competición tampoco invita a las rotaciones, lo cual deja a Aspas y Deulofeu en una situación muy delicada de cara a final de temporada y mucho más de cara a la próxima. Parece inevitable que tanto uno como otro busquen una salida del club, en algo que ya parece repetitivo y perjudicial, mermando la confianza y la consolidación en un proyecto deportivo y en un sistema táctico determinado.

foto de portada: estadiodeportivo.com
Foto destacada: weloba.es

Miguel Mandías

De las cosas menos importantes que hay en la vida, el fútbol es la más importante.

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