El día que Eusebio acabó con el sueño norcoreano

Hace poco más de un año que falleció una de las figuras más importantes de la historia del fútbol , el mítico Eusebio da Silva, que vistió la camiseta del Benfica durante 15 temporadas. La ‘Pantera’ de Mozambique es leyenda de las ‘Águilas‘, consiguiendo la Copa de Europa con el club lisboeta, que malvive desde entonces en el continente azotado por la maldición (o broma macabra), de Bèla Guttman.

Pero si la sombra de Eusebio es alargada en la capital, no lo es menos en el resto del país. En 1966, en el Mundial de Inglaterra, consiguió guiar a la selección portuguesa hacia un tercer puesto que, a día de hoy, sigue siendo la mejor participación de su historia. Ese tercer puesto pudo darse gracias a una salvaje actuación de Eusebio en el partido de cuartos de final, disputado en el Goodison Park ante la selección de Corea del Norte. Ambas debutantes en una fase final de la Copa del Mundo, aunque con grandes diferencias en sus posibilidades de afrontarla con garantías.

Los asiáticos habían obtenido plaza para el evento en tierras británicas favorecidos por las renuncias de Sudáfrica y Corea del Sur, que decidieron no disputar la fase de clasificación. Esta situación allanaría sobremanera su camino hacia Inglaterra.

A pesar de estas enturbiadas clasificatorias, el desempeño del combinado norcoreano fue excepcional durante el campeonato. Encuadrados en un grupo bastante complicado junto a Unión Soviética, Chile e Italia, consiguieron el pase a cuartos gracias a una victoria repleta de oficio (1-0) ante los azzurri, en la útima jornada del grupo. Antes, habían sucumbido en su bautizo mundialista (3-0) frente a los soviéticos y arañado un empate agónico (1-1) a la combativa selección chilena. De este modo, la victoria ante los transalpinos les clasificaba como segundos para los cuartos de final.

Por su parte, Portugal (que consiguió su billete para Inglaterra tras ceder sólo un empate y una derrota en la fase de clasificación), llegaba a cuartos como líder de grupo, —tras ganar sus tres encuentros ante Hungría (2-1), Bulgaria (3-0) y Brasil (3-1)—, y con Eusebio como máximo realizador del equipo con tres goles.

El encuentro entre portugueses y norcoreanos tuvo lugar el 23 de Julio de 1966 en la ya mencionada cancha del Everton. El equipo de Eusebio, uno de los favoritos del torneo, soñaba con plantarse a un paso de la final de Wembley, y partía como claro favorito, pero el fútbol es caprichoso… a veces.

En el primer minuto del encuentro un zurdazo desde la frontal de Seung Zin se colaba por la escuadra derecha de arco portugués. La sorpresa saltaba en Liverpool. El conjunto luso intentaba sin éxito voltear un marcador que, lejos de mejorar, acabaría empeorando con el segundo gol coreano, conseguido tras una contra excelsa finalizada por Dong en la misma línea de meta. Corría el minuto 22, y con la evidencia de que el sueño portugués continuaba en sesteo, los asiáticos se lanzaron a consumar la pesadilla con el tercer gol, anotado sólo tres minutos después. Ahora los que soñaban eran ellos.

Sin embargo, los grandes jugadores sacan toda su grandeza cuanto más empequeñecidos se ven, al igual que el hombre fuerte lucha con más fuerza cuánto más débil está. Eusebio era un gran jugador y también un hombre fuerte. Había sobrevivido con coraje a la extrema pobreza de su Mozambique natal y a la temprana muerte de su padre, corriendo en campos de tierra y con los pies descalzos por cumplir su sueño de jugar al fútbol al máximo nivel. Ahora estaba ahí, disputando la copa del Mundo para su país, y como hombre fuerte, lucharía.

El primer zarpazo de la ‘Pantera’ llegó dos minutos después del tres a cero. Apenas olisqueó un balón suelto en el área y lo mandó a la red a la velocidad del rayo. Portugal continuó intentándolo con Eusebio involucrado en todas las acciones de ataque. De una de ellas nació un penalty que él mismo transformaría en el segundo gol con otro misil. Portugal se marchaba al descanso con 3-2.

A la vuelta de vestuarios nada cambió, salvo que los asiáticos aún se vieron más sobrepasados por la actuación de la ‘Perla Negra’, que continuaba desbocado. Así lograría el empate diez minutos después de la reanudación, mandando el cuero a la red con otro tiro desalmado.

Poco después, enganchó la bola en campo propio, pegado a la línea de cal de la banda izquierda. Tras sortear a un contrario cabalgó toda la banda a una velocidad de vértigo, superó con un caño a otro justo antes de internarse en el área y una vez dentro fue arrollado estrepitosamente. Cojeando aún por la infracción, mandó desde los once metros el balón a las mallas por cuarta vez, consumando así la remontada. Aún habría tiempo de un quinto gol, marcado por Augusto tras un córner botado, como no, por Eusebio.

El cuadro portugués se enfrentaría a la anfitriona en semifinales, dónde caería eliminada, aunque se adjudicó la tercera plaza en la final de consolación frente a la Unión Soviética.

Eusebio acabó el Mundial como máximo anotador con 9 tantos y pese a no alcanzar la gloria, su actuación frente a Corea del Norte ha quedado como una de las más descomunales exhibiciones individuales de la historia de la Copa del Mundo.

Javi Ortega

Colaborador injusto parido en la misma tierra que el fútbol. La pelota no se mancha.

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