Corrupción y amaños en el fútbol, por Brian Phillips

El 7 de febrero de este año leí en una de mis páginas web favoritas, Grantland.com, un artículo de Brian Phillips sobre el amaño de partidos y me dejó con la mandíbula inferior desencajada. Como es una página asociada a ESPN y sus artículos están escritos en inglés, me dispongo a traducir íntegramente su post. A partir de ahora son palabras del Sr.Phillips,  las imágenes son un suplemento de un servidor:

‘Soy un gangster húngaro, del montón. Tú eres un árbitro finlandés. Así que te explico cómo funciona esto. Yo recibo una llamada de uno de los jefes del sindicato —no me llama el propio Dan Tan, el jefe debe ser protegido, sino de uno de sus hombres desde algún punto de Asia. A lo mejor desde Singapur, donde reside Dan Tan; a lo mejor desde otro sitio—. El que me llama me dice: necesitamos que ocurra tal y tal, en tal y tal partido. Así que yo vuelo desde Budapest hasta Helsinki y cojo el tren que se dirige hacia el norte, hacia Tampere, donde tú arbitrarás un partido de la Ykkönen, la segunda división finlandesa, entre FC Ilves y FC Viikingit. Nos reunimos. Tampoco es que lleve una bolsa indiscreta repleta de pasta. El dinero se blanqueará; tenemos los sistemas en marcha. Quiero que estés cómodo después de todo.

Ahora mismo, los programadores de Dan Tan están ocupados hackeando los sistemas de seguridad de las casas de apuestas virtuales. Sobre tres mil millones de dólares (3.000.000.000$) se apuestan diariamente en eventos deportivos, la mayoría en el fútbol. La mayoría en Asia. Eso es mucho ruido para las grandes canjeadoras. Podemos explotar las fluctuaciones, amañar las apuestas de forma que no disparen las alarmas de las casas. Y hay tantos momentos en un partido de fútbol que pueden decantarse de una manera u otra. Todo lo que tienes que hacer es ver una entrada de un jugador del Ilves dentro del área donde a lo mejor el delantero del Viikingit se tiró a la piscina. Ocurre siempre. Sucedería de todos modos. Así que mientras tú correteas por el césped de un campo en Finlandia, el sindicato tendrá ordenadores colocando grandes apuestas, las más altas, en cualquier resultado que los jefes hayan decretado, usando mercados en Manila que acogen apuestas durante los partidos, sincronizando las novedades para que los bots de seguridad no detecten nada sospechoso. A los canjeadores no les importa, no mucho. Ellos se llevan su parte de todos modos. El sistema está diseñado para que los pequeños apostadores corran todos los riesgos.

¿Cómo dices? ¿Estás preocupado por que te cojan? Eso no sucederá. Piensa en lo enrevesada que es nuestra operación. Estamos organizados en Singapur, yo volé desde Budapest, el partido se juega en Finlandia, estamos apostando en las Filipinas usando identidades de ordenador camufladas desde Bangkok hasta Jakarta. Nuestras comunicaciones pasan por tantas redes móviles y satélite que son casi imposibles de desenredar. El dinero se moverá electrónicamente, incomprensiblemente, entre cientos de lugares que nadie conoce. Ningún sistema legal ha sido diseñado para encargarse de esta maraña global. El número de jurisdicciones que tocamos ya es de por sí mareante. ¿Quién va a ver el crimen? ¿Policías locales de Finlandia? ¿Un inspector de Pekín? Cada uno de ellos solo verá una diminuta parte del todo. ¿Cómo van a comunicarse el uno con el otro? Dan Tan tiene amigos poderosos; las peticiones para extradición pueden hundirse entre papel burocrático. Los testigos pueden desaparecer. Te prometo que estarás a salvo. ¿Quién puede probar que tú no viste un penalti? Estamos bien.

Y así es cómo un deporte termina jodido. Esta semana, la Europol, la división criminal de la Unión Europea, anunció que su investigación en el amaño de partidos, bautizada como “Operación Veto”, ha descubierto 680 partidos sospechosos que se jugaron entre 2008 y 2011. Es un notición, y no porque los resultados sean particularmente sorprendentes —hay suficientes pruebas, incluso recientes, acerca de que el amaño de partidos está a la orden del día en el mundo del fútbol— sino porque la enorme cifra de partidos significa que no podemos seguir fingiendo lo que está ocurriendo. Esto es lo que está ocurriendo: el fútbol está jodido. El amaño de partidos está corroyendo la integridad de este deporte a todos sus niveles. No son sólo amistosos sudafricanos o partidos oficiales de la liga coreana o árbitros chinos comprados; ni siquiera es el escándalo típico que se ve en el Calciopoli que puedes autoexplicarte diciendo “bueno, es Italia”. En la Operación Veto se han encontrado partidos clasificatorios para un Mundial, partidos sospechosos de la Champions League, partidos clasificatorios para competiciones europeas muy sospechosos. Se han encontrado 150 partidos sospechosos a nivel internacional, en distintos continentes. En Europa son 380 los partidos bajo sospecha. Hay un partido sospechoso que incluye al Liverpool en un encuentro jugado en Anfield, discutiblemente el estadio y club más afamado de Inglaterra.

Estos números sólo son la punta del iceberg. La investigación no ha desvelado todo lo sospechoso que tiene que ver con el amaño de partidos; sólo ha hablado de las posibilidades que han encontrado. Para que entiendas cuantas pruebas todavía siguen ocultas: la Europol ha desvelado que encontró 11.000.000$ en beneficios de organizaciones criminales. ¿Te parece un cifra pequeña? Chirs Eaton, el exdirector de seguridad en FIFA, y que ahora dirige el Centro Internacional para Seguridad Deportiva en Qatar, cree que la verdadera cifra es unas cien veces eso.

Entonces digamos que yo te dijese que una de las agencias policiales más grandes del mundo ha descubierto una montaña de pruebas que demuestran que el deporte más popular del mundo está siendo manipulado por un grupo criminal que está sacando un beneficio de —tirando por lo bajo— millones de dólares. De alguna manera, estas son buenas noticias, ¿no? Quiero decir, es terrible que haya ocurrido, pero ahora que la policía lo sabe, ¡las cosas pueden cambiar! ¡Veremos detenciones! ¡Las cuentas serán descubiertas! ¡La verdad saldrá a la luz! Como mínimo, la FIFA tomará medidas inmediatas y contundentes para asegurar que esto no vuelva a ocurrir, ¿verdad?

Permíteme responder a esa pregunta repitiéndote la frase que espero sea con lo que te quedes de esta pieza. EL. FÚTBOL. ESTÁ. JODIDO. La Europol anunció la investigación el lunes, dándonos a todos la impresión de que todo esto era una operación en marcha para, ya sabes, detener a un criminal, tal vez coger a un tipo malo o algo. El martes, varios periodistas anunciaron que la Europol ya no estaba encargada de la investigación. Pasaron la información a las docenas de servicios de seguridad de las docenas de países involucrados, lo cual debería mantener las cosas tal como están. El hombre responsable de toda esta historia, el gangster singapurense Tan Seet Eng, conocido como Dan Tan, tiene una orden de detención, pero los singapurenses no lo extraditarán y la Interpol no van a presionarles para que lo hagan. La UEFA y la FIFA hablan de aplastar la corrupción, pero, e intentaré ser acertado aquí, la retórica de la FIFA es para la acción lo que un viejo ejemplar de tapa blanda de Pippi en los Mares del Sur es para la nebulosa Cabeza de Caballo. La FIFA está hasta el cuello con sus propios problemas de corrupción, siendo dirigida, tal como es, por un conjunto de cientocincuentañeros, que tienen todos los incentivos para estar preocupados por beneficios a corto plazo antes que cambios a largo plazo. Todos tienen calles nombradas como ellos, ¿así que cómo pueden tener la conciencia intranquila? La FIFA ve este juego como una especie de máquina de Rube Goldberg, o, mejor aún, como una torre de jenga, y su trabajo es hacer que siga en pie mientras el dinero les siga llegando. Les da igual lo inestable que sea. Nadie mira los cimientos.

El amaño de partidos provocado por el fraude en las apuestas debería ser visto como el problema más grave del fútbol, más grave que el dopaje, más grave que el teatro de los jugadores durante los partidos, más grave que el hooliganismo. La semana pasada, el periodista canadiense Declan Hill, cuyo libro publicado en 2010 El Engaño: El Fútbol y el Crimen Organizado fue responsable de despertar las primeras investigaciones del problema que jode el fútbol, puso en contexto lo que está en juego durante una conferencia de la Interpol en Roma:

       Hay cinco palabras que si las ignoramos significarán que perderemos al deporte tan seguro como que el deporte en Asia ha sido destruido —dejando nuestra industria, nuestra pasión, nuestro regalo para la próxima generación destrozado—.

Estas, pues, son las cinco palabras: Dan Tan debe ser detenido.

Puedes seguir teniendo deportes si los jugadores hacen trampas. Puedes seguir teniendo deportes si los fans se pelean en el aparcamiento. Esos son problemas, grandes problemas, pero pueden ser atendidos sin afectar el concepto básico del deporte. Cuando los resultados de los partidos están siendo dictados desde fuera, ¿entonces? Ya no tienes un deporte. Tienes otra cosa, un simulacro raro, como el wrestling pero sin la parafernalia. (Y, tan crucial, sin la diversión). La idea esencial de la competición atlética —encontrémonos los dos e intentemos ganar— ya no existe. Por eso el escándalo de los Black Sox sigue siendo el más grande de la historia en el deporte americano, y por eso la NFL, NBA, MLB, NHL y la NCAA están denunciando para detener a Nueva Jersey en su intento de legalizar las apuestas deportivas. Preservar la idea de que hay un deporte debería ser la prioridad número uno de todos los administradores en Zurich. Pero la corrupción simplemente parece escalar cada vez a niveles más altos: Hill dijo esta semana que la magnitud de los amaños descubiertos en la operación Veto sugiere que altos cargos, no sólo jugadores y árbitros, deben estar involucrados: “Con tantos indicios, parece claro que hay más organización”. Pero Dan Tan no ha sido detenido. Y nada va a cambiar.

El mes pasado, un atacante enmascarado lanzó ácido a la cara de Sergei Filin, el director artístico del Ballet Bolshoi. Estaba caminando para casa por las calles de Moscú cuando ocurrió. Permaneció en la nieve durante 20 minutos, en lo que fue descrito como un “terrible e insoportable dolor”, antes de que un guardia de seguridad lo viese y llamase a una ambulancia. Hace unos días, salió del hospital y dijo a la prensa que sabía “en el corazón” quién era el responsable, y que el grupo encargado del ataque estaba intentando echarlo para poder apoderarse del ballet.

No dejé de pensar en esto, y pienso en ello cada vez más cuanto más leo sobre el fútbol y el crimen organizado. Obviamente el fraude en las apuestas no es lo mismo que un asalto violento, aunque hay un rastro colateral de asesinatos, suicidios, y palizas en los márgenes del círculo del amaño de los partidos, tanto como que hay un rastro colateral de víctimas en la saga de corrupción de la propia FIFA. Pero parte de lo que es tan terrible de estas dos historias es cómo se oblitera lo que se supone que tiene que ser lo mejor de donde ocurre. El arte se supone que tiene que ser bello. El deporte se supone que tiene que ser justo.

Ahora todos somos cínicos, lo sé. Todos hemos visto la serie The Wire. Entendemos que allá donde el comportamiento ilícito es posible gracias a un sistema, casi seguro que ocurrirá, porque el mundo es el mundo. Perfecto, supongo. ¿Pero, a dónde vamos a consolarnos sobre esa imperfección diaria? ¿A dónde vamos para consolarnos asumiendo que algo mejor sigue siendo posible que ocurra? Puedes tirar de la religión, supongo; si eres realmente optimista puedes tirar de la política. Si tú eres como yo, tirarás hacia el arte y el deporte.

Y esa es la parte triste: Precisamente porque recurrimos al deporte como un refugio de un miércoles cualquiera, el deporte, todos los deportes, son susceptibles de ser explotados por los mismos abusones y sus secuaces que barajan las cartas en primer lugar. ¿Está fastidiado porque alguien esté amañando partidos de fútbol? ¿Crees que eso es injusto? Vale, así que ¿qué haces cuando la injusticia te fastidia? ¡Ves un partido de fútbol! Ves un partido de fútbol porque  las reglas son claras y lo que ocurre durante el juego tiene sentido y es un oportunidad de ver a gente con talento hacer grandes cosas. Así que sigues viendo, y así garantizando días de pago para toda esa gente que está trabajando sin descanso para asegurarse de que nada de eso pueda ocurrir.

Quiero creer que hay un grado de consolación que no puede ser mancillado por gangsters. Que lo que hizo Dennis Bergkamp en St.James’ Park, la belleza de ese momento, es una victoria sobre todo lo que los tramposos que amañan los partidos representan. Pero qué fugaz e imperfecta victoria. Y aun así puede ser que esté pidiendo demasiado.

¿Haría la FIFA, la Interpol, o la Reina Isabel algo más sobre el amaño de partidos si fuese un problema más grande en Inglaterra? ¿Y en los Estados Unidos? ¿Y si algo muy difícil de explicar ocurriese en el Mundial? A lo mejor lo descubriremos.  Pero mientras tanto, cuando ni siquiera los partidos de Champions League escapan a la sospecha, ¿cómo se supone que vamos a fiarnos de cualquier resultado de cualquier partido que vayamos a ver? ¿Cómo podemos evitar ser escépticos cuando un partido se decidió por un fallo de un jugador o un fallo del árbitro, siendo el escepticismo justificado o no? Amo este deporte hasta el extremo, pero ahora mismo —después del Calciopoli, después de la Cremona, después de El Amaño, después de la Bundesliga en 2005, después de la Mafia del Silbato, después de Safa, después de la K-League, después de China, después de la Operación Veto, yo no tengo ni idea de cómo alguien puede seguir teniendo fe en él.

El fútbol está… ¿sabes qué? Termina la frase tú.

Will Smith

Todos los derechos reservados, especialmente para equivocarme. La inspiración se encuentra en la pregunta "¿Alguien es tan estúpido como para pensar en ello?"

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