Amigos, que no compañeros

De todos los compañeros te llevas algo bueno, de cada uno de ellos aprendes algo, ya sea cómo comportarse o cómo no hacerlo.

Muchos compañeros en cada club, en cada temporada, cada uno de su ciudad, cada cual con sus costumbres, sus puntos de vista… De cada equipo te puedes llevar un AMIGO. Así, en mayúsculas. Quizás dos o incluso tres por temporada, de los que tienes para toda la vida; con ellos son con los que me imagino compartiendo una buena comida dentro de quince años en su nueva y por fin fija residencia, sedentario y con algún kilo de más, alejado ya del fútbol, una charla aderezada con una buena carne y buen vino, ¡como Dios manda! De aquellas que tanto nos hemos privado (independientemente de haber llegado más arriba o más abajo). Olvidándonos de la báscula y su consecuente multa el lunes por parte de un preparador físico obsesionado con los porcentajes de grasa.

Todas las experiencias se volverán más nítidas con el tiempo. Y gracias a nuestra memoria selectiva positiva, te quedarás sólo con lo bueno. Lo malo será menos malo visto desde otra perspectiva: la de la lejanía en el tiempo. Es entonces cuando verdaderamente te das cuenta de que los problemas no eran tan graves como en su momento pensaste. Al fin y al cabo lo que pasa no es lo importante, sino cómo reaccionas a eso que pasa. Hasta alguna de nuestras peores experiencias, con el tiempo, se transformará incluso en la mejor anécdota. Una de aquellas historias que al recordarla nos hará soltar una carcajada o al menos una amplia sonrisa. Se suele decir además que el tiempo lo cura todo, pero por desgracia en otras ocasiones también lo borra. Con esto me refiero a los amigos que en aquel momento creías que lo eran, o de aquel jugador que era más que un compañero, aquellos “hermanos” o ‘bros’ (de brother) que está de moda en la jerga futbolística.

Después de tanto vivido en el fútbol junto a compañeros de fatigas, amigos —y casi hermanos—, con los que pasas horas, días, entrenamientos y concentraciones, victorias y derrotas. Compartes alegrías y penas dentro y fuera del vestuario, momentos anímicos futbolísticos o personales de debilidad o euforia. Aunque sean de simple rutina, horas muertas de conversaciones fluidas, de pasados, presentes y planes futuros, ese amigo leal es siempre un apoyo. ¿Quién mejor que el que está en tu mismo barco, que rema en la misma dirección, que tiene los mismos miedos, ambiciones o problemas que tú te van a entender, aconsejar o alentar si la situación lo requiere?

Pero llega junio, fin de temporada. Ley de vida, cada uno toma su ruta de viaje. El destino te lleva más cerca o más lejos, y por supuesto, hay que vivir el presente. La distancia aleja y cada uno sigue su camino. Pero, ¿de verdad se puede pasar de “hermano “ a desconocido en tan poco tiempo?

Pensaba que lo difícil de alejarse era todo lo que dejabas atrás: familia, novia, amigos… pero no son casos aislados. Siempre se dice que los futbolistas son egoístas, que sólo miran por sus intereses del aquí y el ahora, que la vista no da lo suficiente para vislumbrar más allá de la próxima portada o del próximo contrato. Este es el mayor ejemplo. Estos hechos que en un principio me parecían aislados, pasaron a convertirse en una realidad tangible y frecuente, o al menos más frecuente de lo que debería. Es una falta de respeto para con tu memoria, una demostración de no sentirte agradecido con tu propio pasado.

Escuché alguna vez que para no decepcionarse lo mejor era no entusiasmarse, Sin embargo, el entusiasmo es el motor que nos mueve… ¡Qué contradicción!

-¿Prepararse para lo peor esperando siempre lo mejor, no?
-No, gracias.
-Dime, cuando te retires: ¿Qué te quedará en el fútbol?
-Dime, ¿Quién se acordará de ti? ¿el representante, el periodista, el presidente de aquel club al que diste tanto y te estaba tan agradecido?

Valora más los trofeos que te llevarás en forma de experiencia, de aquella medalla invisible de buen compañero que te cuelgan cada vez que alguien se acuerda de ti. La fama, al igual que el prestigio, son efímeros. Como también son los contratos, los honores, el reconocimiento, hasta el dinero. Todos ellos con fecha de caducidad, bastante más próxima de la que te puedes llegar a imaginar cuando te ves en la cresta de la ola. No pasa lo mismo con la amistad. ¿De verdad crees que se paga con dinero poder saborear esa comida y esos recuerdos cuando juntos recordáis aquellos detalles ya olvidados? No hay paladar que se resista a volver a ambientar por unos momentos ese play-off, esa charla inolvidable del míster, la mayúscula bronca en el descanso, que a tu viejo amigo le venga a la mente esa curiosa anécdota que de tu memoria parecía ya evaporada.

Ese es el verdadero palmarés que te queda como persona. Ese, y no el que refleja la wikipedia. Las experiencias vividas, los lugares conocidos, pero sobre todo los amigos que perduran, “lo bonito del fútbol” como tantas veces te decían los veteranos de guerra, aquellos que tanto te enseñaron.

Con el tiempo te das cuenta de que así como hay compañeros que sobrestimabas, hay muchos otros que subestimabas, y vuelve a ser el tiempo el que quita y otorga la razón a unos y a otros.

Por supuesto, las mayores decepciones de tu carrera huelen a césped, incluso más a despachos. Se destilan en forma de compañeros, clubes o agentes. Pero también las alegrías, por cortas que sean, se vuelven incluso más intensas con el tiempo… ¡qué suerte tener memoria selectiva positiva! De ahí el “todo tiempo pasado fue mejor”. No porque antes hubiera cosas menos malas, sino porque afortunadamente esas son precisamente las que olvidamos.

Déjame darte un pequeño consejo si soy quién para hacerlo:

Que nadie te pueda recriminar que has sido un mal compañero, un soberbio, un agrandado o un egoísta. Preocúpate por poder ayudar más al de al lado. No es tu competencia. Que dentro de 20 años puedas mirarles a todos con la cabeza bien alta, y puedan decir bien alto y claro aquel típico tópico de: “buen jugador y MEJOR persona”. Y recuerda: lo que une el fútbol que no lo separe la distancia.

Hasta pronto amigo, que no compañero.

Jose Pedrosa Galán

Sobreviviente del fútbol (Atlético de Madrid, CD Toledo, UD Almería, C.Leonesa, Chainat FC, Pro Duta FC, Skn St Pölten. Actualmente en el Shabab Al-Ordon ( Jordania).

2 comentarios en “Amigos, que no compañeros

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