¿De balances o resultados?

Y lo que se veía podría pasar, acabó pasando: un Real Madrid que llevaba meses flotando sin nadar acabó hundido una vez más por un “rival de la casa”. Álvaro Morata hizo que viejos fantasmas del pasado camparan de nuevo a sus anchas por el Bernabéu. Es hora de hacer balance y tomar decisiones pero, ¿balance económico o de resultados?

Todo aficionado al que no le nuble el juicio un orgullo vikingo mal enfocado conoce las prioridades del máximo mandatario del club: las cuentas y el show me the money. ¿Seguirá Florentino Pérez con su costumbre de hacer borrón y cuenta nueva tras una temporada en blanco? Muy a mi pesar, creo que sí. Y no porque pueda sacarme ahora argumentos con los que defender la deficiente gestión y planificación que, se supone y entiendo, ha hecho Ancelotti durante la temporada. A falta de un director deportivo, ése que todos los grandes clubes tienen en nómina y que en Concha Espina todo el mundo sabe quién es pero no figura en contrato alguno, se fichó nuevamente pensando en anuncios de ropa interior y crema de afeitar. El resultado es el mismo que en anteriores ocasiones; no hay que ser un tiburón de las finanzas para darse cuenta de que lo que en los libros contables cuadra, en el piso no.

Se hace necesaria más que nunca la separación de poderes; ésa por la que tantos franceses perdieron la cabeza y que ni siquiera sobre el papel existe en el club. Las encuestas de los medios afines a la cúpula blanca poco han tardado en sacar porcentajes sobre qué jugador debe seguir y quién debe salir por la puerta de atrás. Incluso en portada se detalla que, el que hace unos días estaba llamado a cumplir su contrato, puede quedarse por la falta de alternativas que gusten en el palco. No solo el italiano es responsable del varapalo que ha supuesto la eliminación a manos de la Juventus, o del descalabro, otro año más, en Liga. La cúspide de la pirámide debe ser el objetivo principal de todas las críticas.

A un club como el Real Madrid se le exige luchar por todos los títulos en juego. Y, siendo objetivos, así lo ha hecho, sólo que las sensaciones negativas no han surgido tras las derrotas: únicamente se han acrecentado. Bien podríamos resumir en tres las causas de este nuevo fracaso: una planificación deportiva nefasta, tanto a la hora de fichar como a la hora de vender o ceder sin atender a las necesidades reales de la plantilla y temporada, y la siempre fantasmagórica presencia presidencial a la hora de sugerir la alineación de éste o aquél. Miren a la directiva. No haber encontrado una idea clara de juego y haber naufragado estrepitosamente con una que, hasta el menos ducho en materia, se rasgaba las pestañas. Miren al banquillo. No haber sabido reaccionar a tiempo cuando el barco zozobraba y no utilizar todas las piezas con las que contaba. Miren nuevamente al despacho del entrenador. Dos de tres, sólo que, ¿no es probable que la primera razón haya marcado el devenir de las otras dos y rompa la equivalencia de porcentajes? Piensen fríamente y obtendrán una respuesta clarividente.

Muchos son los jugadores señalados por esas encuestas que todo aficionado sabe de qué cajón salen y en qué momento. ¿Casillas? Que no es el que era antes, es un hecho: lo dice su documento nacional de identidad y su “estrella” venida a menos. Es ley de vida, no de horca como pretenden muchos sin respeto alguno. Apostaría por su continuidad sabiendo que está dispuesto a asumir un nuevo rol en la reserva. Los símbolos suelen sumar. A pesar de ser un gran portero, no veo a Keylor Navas como su sustituto; una compra realizada atendiendo otros negocios. ¿Bale? ¿El último ejemplo de fichar por amortizar sin pensar en las necesidades de la escuadra? Un trueque con Manchester por su portero, Di María y —por qué no— Falcao, sería un negocio redondo y de auténtico disparate. ¿Arbeloa y Coentrão? Hace tiempo que demostraron no tener nivel para la primera plantilla, a pesar de haber dado más que la cara en determinados momentos. ¿Khedira, Illarramendi y Lucas Silva? Sólo puedo recordar los tiempos en que se fichaban centrales año tras año y ninguno acababa cuajando. Ahora la pandemia se ha trasladado a la media. Todos recuerdan a Casemiro; yo no voy a repetirme más. ¿Y la cantera? La exhibición de profesionalidad exhibida por el último verdugo blanco es de esperar que encienda una luz en las mentes de arriba y cuiden a la última perla que queda en el club: Jesé. El bajón físico y de juego de Cristiano Ronaldo debe ser la advertencia definitiva de que sin equipo no se logran objetivos. Cambiar el entrenador se ha demostrado por activa y pasiva que no es solución en La Castellana. ¿Y darle al fin máximo poder? Al menos exigiría probar con alguien que ha devuelto muchas otras cosas perdidas en el libro de estilo madridista.

Si atendemos a esas cifras estadistas que tanto gustan el señor Pérez no hay que olvidar que, por mucho que se intente maquillar desde el club, es un más que pobre bagaje deportivo, no financiero. Tapando la herida abierta por este esperpento de temporada ya se colocan en la palestra nombres como De Gea, Pogba o Verrati: jugadores contrastados en sus equipos, pero que desconocemos si serán del gusto del inquilino del banquillo o si por contra serán, como siempre, meros caprichos de calculadora del presidente. A simple vista parecen opciones más que apetecibles para incluir en la plantilla activa pero, ¿seguimos sin saber cómo queremos jugar y quién debe ordenar y dirigir esa idea? Construir un equipo debe ser la prioridad absoluta, y éstos se erigen en base a criterios. Unos criterios que, desde que el socio número 10.228 se sienta en la silla, han bailado sobre sistemas, cráneos, cromos y balances de situación, pero estabilidad y una línea marcada a seguir, nunca. Calidad de peloteros hay de sobra en nómina, pero les hace falta jugar dónde y cómo jugaban antes de integrar esa lista de asalariados. Véase ‘Isco‘, o el propio James. “Orden en casa”, que dirían los suecos agitadores del mercado mobiliario.

Bocas se llenan en las ruedas de prensa de agosto y septiembre, alegando necesitar una plantilla muy completa para afrontar una temporada muy exigente cuando, a la postre, acaban jugando “los mismos once cabrones de siempre“. Resulta indubitado que el equipo necesita retoques, pero esas operaciones estéticas deben aplicarse con criterio y sin perder de vista una identidad que es imposible que adquiera o recupere el club con los vaivenes a los que somete a sus soldados el generalísimo. Sin un cambio de discurso y mentalidad, el equipo de los amores de tanto humanoide seguirá dando tumbos mareando a aficionados y jugadores. ¿Se conseguirán títulos? Claro que sí. La inercia los traerá a la orilla. ¿Asistiremos a una dinastía duradera? Así, imposible. Todos lo sabemos menos él.

Tal vez me equivoque con esta despedida pero, “grazie e buona fortuna Carlo“. Si fueras mi suegro te adoraría, pero demasiados errores decidiste echarte a las espaldas sabiendo quién era tu jefe; ése para quien el concepto de “autocrítica” no entra en su cartera de valores.

 

Foto de portada: realmadridfans.org

Javi Ferrer

Murcianico, "pater familias", abogado de a pie, amante del deporte rey y de mi "gente", del mar, la cocina y el cine. Autor de eldisparatedejavi.com y, en mis ratos libres, cronista aficionado. Si me preguntas quién fue el mejor de todos los tiempos, te responderé sin pestañear: Diego Armando Maradona ;) Eso sí, siempre con un poquito de "mala leche".

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