Unos Países Bajos en creatividad
La fase previa de la Eurocopa de Francia ha alcanzado su ecuador. Hasta la fecha, cualquiera que haya radiografiado el grupo A podrá constatar que sus recodos no tienen desperdicio. El buen arranque de la República Checa y la solidez de Islandia suponen, a día de hoy, boletos ganadores para llegar con éxito a la meta. El reverso de la moneda lo constituyen los Países Bajos, que parecen no encontrar la brújula que les sitúe en el camino de Francia 2016.
Cuando uno analiza la trayectoria de la selección holandesa durante la fase final del Mundial de Brasil, cuesta un poco localizar el punto de encuentro entre los resultados y las sensaciones: un equipo falto de elaboración y agilidad en mediocampo venía resolviendo sus compromisos gracias a su contundencia ofensiva y a un Arjen Robben estelar. Una defensa de tres hombres flanqueada por dos carrileros —experimento con Dirk Kuyt incluido— acabó por imponerse como marca inconfundible de la Holanda de 2014.
El tramo final ante México en octavos de final eclipsó la primera hora de juego reservón de los ‘Oranje’. Contra Costa Rica predominaron los golpes tácticos de Louis Van Gaal a lo largo del partido, culminando con el inolvidable relevo de Cillessen por Krul como paso previo a la tanda de penaltis. Pero contra Argentina se pudo comprobar que, si Robben no tenía el día de cara, Holanda se quedaba sin recursos colectivos que supliesen su poderío ofensivo; un déficit de creatividad alarmante en mediocampo facilitaba la tarea a una rocosa selección albiceleste, que logró llevarse el gato al agua en la muerte súbita.
Con la llegada de Guus Hiddink la defensa de cinco quedó definitivamente desterrada, tras la derrota en Praga en el encuentro que abría la fase previa de la Eurocopa. A partir de ese momento, el 4-3-3 se ha impuesto en la mente del veterano técnico, quien ha apostado por Gregory van der Wiel y Daley Blind como laterales titulares, con Stefan de Vrij y ‘Bruno’ Martins Indi como centrales. Han desaparecido de las alineaciones Joël Veltman —tercer central con Van Gaal— y Daryl Janmaat, lateral que había desplazado a Van der Wiel del once. Verdaderamente, no se aprecian grandes diferencias en el funcionamiento de la última línea del equipo, más allá de algunos errores individuales. Se puede interpretar como una consecuencia de la juventud de sus integrantes, y probablemente se solucione con la acumulación de experiencia.
En el mediocampo continúan los mismos problemas que los resultados se encargaron de maquillar en Brasil. Con Nigel de Jong como ancla, resulta imposible conseguir una salida de balón rápida y limpia. A su lado se han venido ubicando Wesley Sneijder e Ibrahim Afellay: el primero con su tendencia llegadora, y el segundo algo corto de forma tras los problemas físicos que ha venido padeciendo; ninguno de los dos posee la capacidad creativa que demanda el equipo, el cual no pudo imponerse a Kazajistán hasta los últimos ocho minutos de partido. Hiddink, al igual que Van Gaal, no encuentra la fórmula que permita dinamizar el mediocampo ‘Oranje’ y apostar por un fútbol fluido que desestabilice a las zagas rivales. Continúa sorprendiendo la no inclusión de Jordy Clasie en la demarcación que viene ocupando De Jong, ya que sus características se ajustan perfectamente a las exigencias del puesto.
Con Robin Van Persie y Arjen Robben como fijos, Jeremain Lens ha sido la pieza a la que ha recurrido Hiddink para completar los extremos, por delante de un Memphis Depay en constante progresión y que parece haber acumulado méritos para lograr la titularidad. Pese a ello, el delantero del Manchester United y el extremo del Bayern continúan aglutinando la mayor parte de la pólvora de los holandeses, y son los dos futbolistas que hacen olvidar las limitaciones colectivas que muestra una y otra vez esta selección.
Lo cierto es que cuando Holanda quedó encuadrada en el grupo A, nadie dudaba de que una de las dos primeras plazas sería para los ‘Oranje’. De entrada, Turquía y la República Checa partían como candidatas a la segunda plaza por encima de una Islandia que, pese a su crecimiento, no debería representar un obstáculo en un grupo con tanto nivel.
Cuando ha finalizado la primera vuelta, todos los pronósticos se han roto: checos e islandeses se han ganado a pulso un lugar entre los dos primeros, mientras que Turquía está al borde de la eliminación. ¿Y Holanda? Pues la selección que logró el tercer puesto en el pasado Mundial ocupa el mismo lugar en su grupo de clasificación: a 5 puntos de Islandia y a 6 unidades de la República Checa; dos únicas victorias ante Kazajistán y Letonia sitúan a los de Hiddink en una situación comprometida. Cierto es que todavía debe recibir a las dos selecciones que dominan el grupo, pero su última experiencia como local no ha sido gratificante.
El pasado 28 de marzo los de naranja recibían a una Turquía moribunda. Los otomanos habían sucumbido ante las dos líderes del grupo y además se habían dejado un empate en Letonia. Holanda contaba con las bajas de sus dos grandes matadores, Robin Van Persie y Arjen Robben. Hiddink no modificó el 4-3-3 habitual, pero sí realizó algunos cambios que merece la pena comentar.
La ausencia del ‘nueve’ del United fue cubierta por ‘Klaas-Jan’ Huntelaar, lo que supone un cambio natural. Memphis Depay fue el escogido en esta ocasión para ocupar la demarcación de extremo izquierdo, cayendo Ibrahim Afellay a la banda contraria en lugar de su habitual ubicación por dentro. Nigel de Jong volvió a situarse por delante de los zagueros, con Wesley Sneijder y Georginio Wijnaldum como interiores. Una vez más, la generación de fútbol brilló por su ausencia, con un Wijnaldum absolutamente intrascendente —o más bien trascendente en sentido negativo— y un Sneijder activo pero incapaz de suplir las carencias de sus compañeros de medular. Todo esto con el agravante de la falta de dinamita arriba: Afellay no pudo en ningún momento desbordar, y Huntelaar no dispuso de balones en condiciones de ser rematados. Solo Depay ofrecía destellos de calidad por su flanco, insuficientes para contrarrestar la motivación de los turcos, que se adelantaron en el marcador en el minuto 37.
Tras el descanso, Hiddink modificó el equipo en busca de una solución: retiró primero al inoperante Wijnaldum, para dar entrada a Luciano Narsingh en la derecha y recolocar a Afellay junto a Sneijder. Por el momento no tocaba cambiar el dibujo. Al filo de la hora de juego, el técnico local decidió jugársela sacando a De Jong e introduciendo a un segundo ariete como Bas Dost. El esquema cambiaba a un 4-2-2-2 buscando más capacidad rematadora. Ni por esas. A 13 minutos del final llegaba la última permuta dando entrada a Jetro Willems por Martins Indi; se sacrificaba uno de los centrales para situar a Willems como extremo izquierdo, llevando hacia dentro a Depay y configurando un 3-2-3-2. Holanda, fruto más de la insistencia que de otra cosa, acabó rescatando un punto en el tiempo de descuento gracias a un disparo de Sneijder que Huntelaar desvió a la red.
Acumular hombres arriba también puede tener su premio, pero llama la atención la escasez de recursos que posee el equipo de Hiddink en la actualidad. El que haya tenido la oportunidad de seguir cualquier partido de los ‘Oranje’ en los últimos meses puede constatar que el verdadero problema de esta selección se sitúa en un mediocampo absolutamente carente de chispa y de capacidad de agilizar el juego. Que un técnico vea como principal alternativa el cambio —por dos veces— de esquema durante un encuentro, denota que las opciones individuales de que dispone no le convencen.
¿Qué pasa con Jordy Clasie? En Holanda también se lo preguntan. Se habla de problemas en una de sus rodillas, pero la corriente más generalizada insiste en que no convence a Hiddink. Si no vale, entonces resulta extraño que figure en las convocatorias. Si está físicamente apto, entonces parece la primera piedra para que esta selección pueda carburar mínimamente y generar el fútbol necesario para superar a una defensa bien plantada. La velocidad y la profundidad son términos que casan con el centrocampista del Feyenoord, frente a la lentitud y la rigidez que se asocian a Nigel de Jong.
Con todo, la opción que parece materializarse en la mente de Hiddink pasa por reubicar a Daley Blind por delante de la defensa. Se pudo ver en el amistoso frente a España que esta variante puede aportar detalles interesantes al fútbol de los ‘Oranje'; Blind, sin destacar por unas condiciones brillantes para el puesto, sí posee criterio para jugar la pelota, y capacidad para recortar y cambiar de dirección el juego sin ralentizarlo. Frente a los de Del Bosque funcionó durante la primera mitad, y tanto Sneijder como Depay pudieron lucir más que de costumbre. A falta de otros futbolistas que le convenzan en esa demarcación, el veterano técnico holandés deberá trabajar en esta línea y depositar la responsabilidad sobre Blind en algún encuentro oficial importante, aparte del que tendrá lugar en Letonia en junio.
La realidad para Holanda no resulta esperanzadora si se mantiene el inmovilismo. En estos momentos, la opción más real pasa por intentar asegurar la tercera plaza del grupo y así poder conseguir el billete para la Eurocopa en la repesca. Cierto es que con Van Persie y Robben se olvidan enseguida los problemas colectivos, pero ahora mismo no parece probable que Holanda sume los 15 puntos que le quedan por disputar. Y hay que tener en cuenta que lograr entrar entre los dos primeros sin depender de otros resultados implica obligatoriamente hacer pleno. Hiddink tiene mucho trabajo por delante, sobre todo con los tres que se ubican en la zona de creación. Para empezar toca ganar en Letonia en poco más de dos meses, pero por encima de todo urge que los Países Bajos vuelvan a ser la Holanda de siempre.
José Luis Rodríguez