91 años de Rayo, orgullo y barrio

Vallecas da cobijo a una raza indomable, casi extinta, de hombres y mujeres tozudos, humildes y convencidos. En las calles del sureño barrio de Madrid nunca se ha oído la palabra “rendición”; por supuesto, en el estadio de su equipo, el Rayo, tampoco. Allí los ideales no sólo se predican: se defienden.

En ‘Valle del Kas’, el fútbol sigue caminando de la mano del pueblo. La calle Payaso Fofó es un templo de peregrinación para pequeños y mayores, un mar de esperanza que se desborda cada vez que un balón besa la red adecuada. Las pintadas de ideología antifascista que adornan la fachada del Estadio de Vallecas suponen un ejemplo perfecto de la simbiosis entre barrio y club; once jugadores, 328.441 habitantes y un solo sentimiento.

Durante la actual etapa del Rayo Vallecano, la más brillante de su historia, los ídolos escasean: son muy pocos los jugadores que viven más de un año bajo la disciplina de ‘Paco’ Jémez. Sin embargo, la franja tiene un aura tan enormemente fuerte como para abrazar el corazón de cada futbolista que ha pasado por el barrio. Las palabras “rayista” y “mercenario” viven tan alejadas semánticamente como lo hacen “izquiderda” y “derecha”. Vallecas deja poso en cada forastero que pone un pie en su territorio.

Ni al Rayo ni a su masa social le asustan los pulsos; están acostumbrados a luchar para ganar. Un club que ha sobrevivido a la familia Ruiz-Mateos, que ha regateado al sistema colaborando con Carmen tras su desahucio, que ha estado con ‘Willy’ hasta el final, no teme a Javier Tebas. No; los Bukaneros no temen a Javier Tebas, que parece dispuesto a acabar con un grupo que pone al descubierto sus vergüenzas. Lucharán hasta el final del mismo modo que hasta ahora: de manera pacífica y legal. El Rayo, sin ellos, no sería Vallecano.

El Rayo cumple hoy 91 años, pero no todos fueron tan felices como los actuales. Y es que en más de nueve décadas de historia caben momentos buenos y malos, alegrías y decepciones. El Rayo Vallecano no ha llegado con vida hasta hoy por casualidad; lo ha conseguido porque en Vallecas son especialistas en hacer de la derrota el primer bastión hacia la victoria.

Foto de portada: elgoldemadriz.com

Miquel Muñoz Sánchez

Allá donde haya un balón, unos pies serán capaces de dibujar arte. Y si no, los cronistas se encargarán de que lo parezca.

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