Crónica de un descenso anunciado

En el momento en el que el fútbol cambia el césped por el juzgado, el balón pierde su aroma y queda manchado —mancillado incluso— por el olor a despacho. Y, últimamente, hay demasiados balones con más sellos que tacos.

Esta vez el afectado se llama Elche, como aquel día se llamó Murcia u Oviedo. En todas estas historias hay varios denominadores comunes: desastrosos dirigentes, reglas incumplidas y un halo de injusticia que sobrevuela los maltrechos escudos. Pero si hay algo realmente importante que se repite, es la imagen de los aficionados destrozados. Sí; aquellos que se cruzan España, o el mundo, para apoyar a unos colores. Esos mismos que intentan buscar soluciones, con el reloj a punto de detonar la bomba del descenso.

La indignación debe vertirse sobre los culpables y, por lo tanto, el peso de la justicia también debe caer sobre ellos. Porque, aunque parezca paradójico, los que queman las postales son los únicos que no pagan. Obviamente, las normas están para cumplirlas y, aunque duela, los castigos a las entidades también deben acatarse. Lo que no es justo es que un club descienda y otro se mantenga con ocho millones de deuda; ocho millones sirven para hacer milagros en una plantilla de perfil bajo en Primera.

Por supuesto, urge revisar la vara de medir. Para empezar, ¿por qué hay clubes a los que se les permite no constituirse en sociedades anónimas cuando se obliga a todos los demás? Eso ocurre porque, nos guste o no —a mí no me gusta nada—, hay escudos más poderosos que el de la LFP. No hay nada más peligroso que un sistema piramidal donde los dirigentes no son los que ocupan la cúspide. ¿Hace falta, además, mencionar la incompetencia de nuestros mandatarios?

Sin embargo, si algo tiene el fútbol es capacidad de unión: no habrá aficionado ilicitano que descanse hasta volver a ver al Elche en Primera. Miren, si no, el caso del Real Oviedo, un club que está haciendo de sus cenizas un punto de partida maravilloso para no volver a cometer nunca viejos errores. Al llanto le seguirá el orgullo de sentir la ‘franjiverde’ más allá de las categorías. La Liga Adelante es durísima, como así debería ser el paso por el banquillo de los acusados para unos cuantos malnacidos.

Hoy una parte del corazón de todos los futboleros muere en Elche, pero lo hace con la esperanza de ver como el triunfo de la gente vuelve a inundar el Martínez Valero.

Foto de portada: franjifiel.elchecf.es
Foto destacada: foroelchecf.com

Miquel Muñoz Sánchez

Allá donde haya un balón, unos pies serán capaces de dibujar arte. Y si no, los cronistas se encargarán de que lo parezca.

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